El 18 de febrero de 1943, el ministro de Propaganda del Reich, Joseph Goebbels, proclamó la «Guerra Total» o «Totaler Krieg». Bajo la impresión negativa para Tercer Reich de la catástrofe de Stalingrado, apeló a la voluntad de perseverar de la población alemana en un frenético discurso en el Sportpalast de Berlín ante un éxtasis colectivo protagonizado por los 3000 asistentes seleccionados.
Ya un mes antes, Adolf Hitler había ordenado la movilización total de todos los recursos humanos y materiales del Reich alemán y de los territorios ocupados para la deseada “victoria final”. Todos los hombres entre 16 y 65 años y las mujeres entre 17 y 45 años podían ser llamados a filas para la defensa del Reich. Con la ampliación del servicio militar obligatorio a partir de agosto de 1943, los miembros de las Juventudes Hitlerianas menores de 18 años fueron reclutados directamente por la Wehrmacht desde los campos de entrenamiento militar.
La escasez de mano de obra causada por el reclutamiento en el ejército fue contrarrestada por el “Plenipotenciario General para el Despliegue Laboral (Arbeitseinsatz)”, Fritz Sauckel, principalmente mediante el aumento del reclutamiento y alistamiento de trabajadores extranjeros y forzados.
El miedo constantemente alimentado al “bolchevismo judío”, así como la propaganda nazi de los carteles y folletos con eslóganes de resistencia pegadizos, como “Guerra total – Guerra más corta” (Totaler Krieg – Kürzester Krieg), también pretendían animar al “sacrificado frente interno” a dar lo mejor de sí mismo.
La movilización de las últimas reservas en el país y en el frente fue acompañada de un endurecimiento del terror y del derecho penal de guerra. El número de condenas a muerte por derrotismo o por minar la moral militar aumentó a pasos agigantados. La “lucha por ser o no ser” propagada por los nacionalsocialistas se radicalizó de nuevo a partir del 25 de julio de 1944, cinco días después del intento de asesinato de Hitler por parte de Claus Schenk Graf von Stauffenberg, con el nombramiento de Goebbels como “Plenipotenciario del Reich para la Guerra Total” (Reichbevollmächtigter für den totalen Kriegseinsatz).
Se cerraron todas las fábricas que no eran importantes para el esfuerzo bélico de la Segunda Guerra Mundial y se obligó a grandes sectores de la población a trabajar en la industria armamentística, con jornadas semanales de más de 70 horas.
Las prohibiciones de las vacaciones, las restricciones en el suministro de electricidad y gas, y las prohibiciones de los eventos deportivos y culturales marcaron decisivamente la vida cotidiana de los alemanes. La formación de las “fuerzas de asalto del pueblo” (la Volkssturm) con todos los hombres de entre 16 y 65 años que eran aptos para portar armas en el otoño de 1944 condujo finalmente a más sacrificios sin sentido entre la población civil. La “Guerra Total” era en este momento ya un sinsentido total.