El Tratado de Versalles

Introducción

Los delegados de las potencias vencedoras se reunieron el 28 de junio de 1919 en la ciudad francesa de Versalles para restablecer el nuevo orden en una Europa desgarrada por una guerra devastadora. Ya en 1918, el presidente estadounidense Wilson propuso en su discurso los famosos 14 puntos, cuyo objetivo era establecer una paz justa y duradera y crear un organismo que garantizara la integridad territorial.

En realidad, la conferencia de Versalles, en lugar de pretender crear una situación de armonía, se caracterizó por su intención punitiva hacia las naciones vencidas que, sin ser siquiera invitadas, se vieron obligadas a sufrir condiciones humillantes por parte de las potencias aliadas, motivadas por un profundo deseo de venganza.

Con ese tratado, Alemania fue considerada la única responsable de la guerra y, por tanto, los Estados europeos vencedores (Francia y Gran Bretaña, sobre todo, pero también Italia) le impusieron unas condiciones de paz extremadamente duras. El objetivo era ver la nación alemana destruida tanto moral como política y económicamente.

Como resultado de la situación de posguerra, Alemania cambió completamente su sistema político. De monarquía parlamentaria pasó a ser una república federal socialdemócrata, dividida en 17 estados autónomos.

La humillación del orgullo alemán

El tratado se impuso a Alemania con la amenaza de ocupación militar y bloqueo económico. Era un verdadero diktat, una orden sin posibilidad de discusión.

El tratado se firmó en Versalles, exactamente donde se había proclamado el Imperio Alemán unos 40 años antes. Estaba claro que Francia quería vengarse de la derrota de 1870, cuando, durante la guerra franco-prusiana, se vio privada de las regiones de Alsacia y Lorena.

Las condiciones económicas

Alemania fue condenada a pagar una indemnización de 132.000 millones de marcos de oro, una suma enorme, incompatible con la situación de la economía alemana. Esto significaba claramente que el objetivo no era una justa reparación de los daños de la guerra, sino la destrucción de la propia Alemania. La demanda fue considerada excesiva por Gran Bretaña e Italia, que sin embargo tuvieron que plegarse a la voluntad francesa.

Francia también obtuvo el derecho a explotar las ricas minas del Sarre durante 15 años, donde en 1935 se celebró un plebiscito para unirse a Alemania.

Las condiciones militares

Alemania se ve obligada a mantener una marina y un ejército reducidos (el ejército no debía superar los 100.000 efectivos), por lo que se ve obligada a suprimir el servicio militar obligatorio.

Todo el valle del Rin (Renania) debía estar desmilitarizado, es decir, no ocupado por unidades armadas del ejército alemán.

El corredor polaco

Para proporcionar a Polonia un acceso al mar, Alemania se vio obligada a ceder una franja de su territorio y la ciudad de Gdansk. De este modo, Polonia quedó dividida en dos: Prusia Oriental quedó separada del resto del país.

Las minorías alemanas

En algunos de los territorios cedidos por Alemania (principalmente Checoslovaquia y Polonia) vivían comunidades alemanas. Así, las minorías alemanas se encontraron gobernadas por un Estado distinto al suyo.

El problema de las minorías será un aspecto que explotarán los nazis. En su propaganda, llena de mentiras y exageraciones, acusarán a otros Estados de maltratar a estas mismas comunidades.


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