Martin Bormann

Introducción

Martin Bormann nació en Wegeleben, en la región alemana actual de Sajonia-Anhalt. Era hijo de Theodor Bormann, empleado del servicio postal, y de su esposa de segundas nupcias, Antonie Bernhardine Mennong. Los Bormann practicaban el luteranismo, aunque Martin Bormann terminaría siendo anticristiano en su vida adulta.

Bormann estudió en una escuela superior de agricultura e interrumpió sus estudios cuando se alistó en el 55.º Regimiento de Artillería de Tierra como artillero en el mes de junio de 1918, en los últimos días de la larga Primera Guerra Mundial.

Bormann nunca entró en acción, pero hizo el servicio militar en un cuartel hasta el mes de febrero de 1919. Tras trabajar por un breve lapso de tiempo en una factoría de piensos para ganadería, Bormann ascendió de manera fulgurante y llegó a ser el administrador de una gran granja en Mecklenburgo.

Pasado un tiempo, Bormann se sumó a una organización de grandes propietarios de tierras que tenían en común su odio por los judíos.

En paralelo, la locura de la inflación desbocada de los tiempos de la República de Weimar hacía que el papel moneda fuera más papel que moneda y los alimentos que se encontraban a buen recaudo en las explotaciones agrícolas y ganaderas aumentaban sin parar de valor.

En muchas fincas, incluida la de Bormann, había unidades de los Freikorps que vigilaban el lugar y los almacenes para evitar los saqueos. En el año 1922, Martin Bormann se suma a los Freikorps.

En 1924, Bormann es sentenciado a una condena de un año privado de libertad por complicidad con su amigo Rudolf Höss en el asesinato de Walther Kadow.

Los dos hombres pensaban que Kadow había ido a informar a las autoridades francesas que ocupaban el distrito de la cuenca del Ruhr de que Albert Leo Schlageter, perteneciente a las Freikorps, estaba haciendo acciones de sabotaje para perturbar la actividad de las factorías francesas.

Y, como venganza, en la madrugada del 31 de mayo, apenas unos días después, Bormann y Hoss llevaron a Kadow a un bosque en las afueras de la ciudad, donde fue golpeado y asesinado.

Tras la confesión de uno de los participantes en el crimen, la policía desenterró el cadáver y presentó cargos en julio. Martin Bormann abandonó el presidio en el mes de febrero de 1925.

Se unió al Frontbann, una efímera organización paramilitar del NSDAP, creada para sustituir a la Sturmabteilung (SA), que había sido disuelta tras el fallido golpe de Estado de Múnich del 9 de noviembre de 1923. Bormann volvió a su trabajo en Mecklenburgo, permaneciendo hasta mayo de 1926, y luego se trasladó con su madre a Oberweimar.

Carrera en el NSDAP

En el año 1927, Martin Bormann se afilió al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, conocido bajo las siglas NSDAP. El 1 de enero de 1937 se alistó en la Schutzstaffel (SS). Cabe destacar, a modo de anécdota que, por orden especial y directa del temible Heinrich Himmler, a Bormann se le asignó el número 555 de las SS para reflejar su condición de Alter Kämpfer o antiguo combatiente.

Bormann comenzó a trabajar en el semanario Der Nationalsozialist, editado por el miembro del NSDAP Hans Severus Ziegler, líder regional den NSDAP de Turingia.

Tras entrar a formar parte del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes en 1927, Bormann comenzó a trabajar como jefe de prensa regional, pero su falta de habilidades para hablar en público dificultó su vida profesional.

En su lugar, decidió aplicar sus habilidades a la gestión de los negocios. En el mes de octubre de 1938, se trasladó a la ciudad de Munich, lugar en el que trabajó en la aseguradora de las SA.

Y es que, en un principio, el Partido Nazi daba un seguro, mediante aseguradoras, a todos aquellos miembros que terminasen heridos o fallecidos en peleas y encontronazos con simpatizantes de otros partidos.

El problema es que pronto las seguradoras se vieron en dificultades para poder abonar los seguros ante el número cada vez mayor de incidentes, por lo que en el año 1930 Martin Bormann fundó el Hilfskasse der NSDAP (Fondo Auxiliar del Partido Nacionalsocialista).

Cada miembro tenía que abonar una cuota de afiliación y podía recibir una indemnización por las lesiones sufridas al prestar servicios para el partido. Los pagos del fondo debían ser aprobados por Bormann.

Comenzó a ganarse así una reputación como experto en finanzas, y muchos miembros del partido llegaron a estar en deuda con Bormann por pagarles con el fondo. Además de la función principal del fondo, a veces se utilizaba para financiar al NSDAP, que solía tener pocos medios financieros en aquella época.

Tras el éxito del NSDAP en las elecciones de 1930, en las que obtuvo 107 escaños, el número de miembros del partido aumentó exponencialmente. En 1932, el fondo recibía tres millones de Reichsmark anuales.

Acceso al liderazgo nacional y a la jefatura de la cancillería del NSDAP

Tras la Machtergreifung (toma del poder por el NSDAP) en enero de 1933, el fondo de apoyo pasó a cubrir el seguro de accidentes, de forma genérica, y el seguro de bienes, lo que llevó a Bormann a dimitir de su administración.

Bormann fue entonces secretario personal de Hess entre el 4 de julio de 1933 y el 11 de mayo de 1941. La sección liderada por Rudolf Hess tenía por misión la resolución de cualquier controversia que surgiese en el seno del Partizo Nazi, así como obrar como intermediario entre el partido y el Estado en todas las cuestiones relativas a las decisiones políticas y legislativas.

Bormann utilizó su posición para crear mucha burocracia e implicarse al máximo en el proceso de toma de decisiones. El 10 de octubre, Hitler nombró Reichsleiter a Bormann, es decir, líder nacional, la cima de la jerarquía del NSDAP.

En junio de 1934, la reputación de Bormann llegó a Hitler, que lo aceptó en su círculo privado y comenzó a acompañarlo a todas partes, proporcionándole informes y memorandos de los acontecimientos y peticiones.

Corría el año 1935 cuando Martin Bormann recibe el honor de ser elegido como capataz del Berghof, la mítica finca del Führer en la localidad de Obersalzberg, que hacía las veces de retiro vacacional. Tras convertirse en canciller del Tercer Reich, Adolf Hitler elaboró un plan para ampliar y remodelar la casa principal y eligió a Bormann para supervisar la construcción.

Bormann se ocupó asimismo de levantar barracones para los guardias de las SS, así como vías pavimentadas y caminos. También mandó construir alojamientos para el personal, garajes para coches, una casa de huéspedes, etc.

Además, sirviéndose de su nueva posición, Bormann compró granjas vecinas hasta que la superficie total del recinto alcanzó nada más y nada menos que diez kilómetros cuadrados.

La oficina del adjunto del Führer tenía el poder de aprobación final sobre los nombramientos en la administración pública, y era Bormann quien revisaba los expedientes de personal y tomaba las decisiones sobre los nombramientos.

Además, Bormann acompañó a Adolf Hitler en todos sus desplazamientos, como a Austria el Anschluss en el año 1938, o a los Sudetes tras la firma de los Acuerdos de Múnich a finales de ese año.

Hitler promovió intencionadamente las luchas intestinas entre los altos dirigentes del partido, y entre el NSDAP y el funcionariado. Así logró generar el virus de la desconfianza, la competencia y las luchas fratricidas entre sus subordinados para poder consolidar y preservar mejor su autoritario poder.

El Führer no daba órdenes por escrito, sino que se comunicaba con ellos verbalmente o pedía a Bormann que les diera instrucciones. De este modo, a cualquiera que no cayera en gracia a Bormann se le cortó el acceso a Hitler.

Bormann demostró ser un maestro en el fomento de las disputas políticas internas.  La influencia y el poder amasado por Martin Bormann fueron in crescendo durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.

Ante la influencia cada vez más fuerte de Martin Bormann en Adolf Hitler, altos jerarcas nazis como Speer, Göring o Goebbels, que veían en Bormann una peligrosa y real amenaza para el poder que detentaban, trabajaron juntos para derribarlo. Pero el resultado no fue el esperado y nada cambiaría.

Campaña contra la religión cristiana

Aunque el Art. 24 del programa del NSDAP abogaba por la tolerancia condicionada de los conceptos cristianos, y en 1933 se firmó un tratado, el Reichskonkordat, con el Vaticano que pretendía asegurar la libertad de culto católica, el Führer estimaba que la religión era incompatible con los postulados nacionalsocialistas.

Bormann era un anticristiano acérrimo y estaba completamente de acuerdo. En el año 1941 afirmó en público que el movimiento nacionalsocialista y la religión cristiana eran irreconciliables.

Fuera de la esfera política, Adolf Hitler pretendía posponer la eliminación de las comunidades cristianas hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien, sus repetidas declaraciones anticristianas contra las iglesias hicieron ver a sus subordinados que la continuación de la Kirchenkampf sería alentada.

En el mes de febrero de 1937, Bormann emitió una orden que establecía que los miembros de órdenes religiosas no podían ser admitidos en el NSDAP. Doce meses después, aprobó una instrucción adicional para que todo religioso que ocupara cargos en el partido fuera echado del mismo.

Aunque los intentos de Bormann de cerrar los departamentos de estudios de teología de las universidades de la Alemania nazi terminaron en fracaso, sí consiguió en cambio reducir la enseñanza de la religión en las escuelas públicas a apenas dos horas semanales, así como quitar los crucifijos de las escuelas públicas.

Una parte integral de la campaña contra la Iglesia Católica fue la incautación de cientos de monasterios en zonas de Austria y Alemania liderada por las fuerzas de la Gestapo, con expulsión de religiosos y religiosas.

August von Galen, el obispo católico de Münster, elevó una protesta pública en 1941 contra esta persecución y contra la Aktion T4, el programa de eutanasia no voluntaria en el que se mataría a los ciudadanos con problemas mentales o físicos, y con enfermedades incurables. Como era de esperar, Bormann terminó enfurecido por esto.

En varias homilías que atrajeron la atención internacional, el obispo criticó la ilegalidad e inmoralidad del programa.

Originaron un gran malestar entre los líderes religiosos católicos, que desembocó en la queja más fuerte contra la política nazi hasta la fecha.

Bormann y otros exigieron que el obispo fuera ahorcado, pero Hitler y Goebbels opinaban que la muerte de Galen lo convertiría en un mártir y provocaría nuevas protestas. Hitler concluyó que sería un asunto a tratar después de la guerra.

Secretario personal de Adolf Hitler

Sumamente inquietado por los asuntos militares y dedicando la mayor parte de su tiempo al cuartel general del Frente Oriental, el Führer se apoyaba cada vez más en Martin Bormann para ocuparse de los asuntos internos del Reich.

No pilló a nadie por sorpresa entonces que en abril de 1943, el propio Hitler nombrase como su secretario personal a Bormann, para horror de sus adversarios políticos.

Bormann siempre abogó por el uso de medidas extremadamente duras y radicales cuando de los judíos se trataba, así como a la hora de tratar a los pueblos de los países conquistados en el este y de los prisioneros de guerra.

El último día de mayo de 1941, ratificó un decreto por el que se extendía el ámbito de aplicación de las infames Leyes de Núremberg a los territorios anexionados al Tercer Reich en el Este.

Después firmó el decreto del 9 de octubre de 1942, en el que se establecía que la Solución Final en la Gran Alemania ya no podía solucionarse con el recurso a la emigración obligattoria, sino sólo mediante el exterminio en los campos de exterminio nazis.

Martin Bormann también firmó otro decreto controvertido el 1 de julio de 1943, por el cual se le concedían al temible Adolf Eichmann poderes totales sobre los judíos, que a partir de entonces estarían bajo jurisdicción única de la policía secreta del Estado: la implacable Gestapo.

Últimos días en Berlín

Corría el mes de enero de 1945 cuando Adolf Hitler decide mover su cuartel general de operaciones al célebre Führerbunker, llevándose consigo a Bormann, a su secretaria Else Krúger, etc. Permanecería ahí hasta abril, mes en el que podría fin a sus días suicidándose tras la derrota alemana ya inevitable ante el imparable avance del Ejército Rojo por las calles de Berlín, capital del Reich de los mil años.

La durísima batalla de Berlín, la última ofensiva rusa de la Segunda Guerra Mundial, arrancaba 1l 16 de abril 1945. El 19 de abril, las tropas de Stalin empiezan el cerco de la capital alemana.

Apenas un día después, en su celebración de 56 años, el Führer hará su última aparición a ras de suelo. El 23 de abril de 1945, Albert Bormann abandona apresuradamente el búnker de Hitler y se desplaza a Obersalzberg. Pero, a partir de ahí, los datos se tornan confusos y se le pierde la pista.

Hay quien cree que murió en Paraguay a finales de los años 50. Otros afirman que murió intoxicado. Hay incluso quien dice que se escondió en España. Lo único cierto es que fue juzgado y encontrado culpable in absentia por crímenes de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. El misterio de Martin Bormann, pues, sigue abierto.


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