Hermann Göring

Nacido el 12 de enero de 1893, Hermann Göring pertenecía a una familia de larga tradición militar. Tras convertirse en oficial de infantería en 1915, fue admitido en las recién creadas Fuerzas Aéreas alemanas y pronto se convirtió en un popular as de la aviación.

Voló principalmente en un Jasta 11, el avión de Manfred von Richtofen, más conocido como el Barón Rojo. En el momento del armisticio, Hermann Göring tenía 22 victorias aéreas en su haber y fue galardonado con la más alta condecoración alemana al valor de la época.

Tras la guerra, trabajó como piloto civil y se casó con la rica baronesa sueca Carin von Kantzow, pero el verdadero punto de inflexión en la vida de Göring se produjo en 1921, cuando conoció a Adolf Hitler.

El encuentro entre ambos es considerado por muchos historiadores como un punto de inflexión fundamental en el ascenso de Hitler al poder. Y es que hasta ese momento de hecho el naciente Partido Nacional Socialista no gozaba de popularidad entre la burguesía y la clase media alemana, la adhesión al movimiento de un héroe de guerra, rico y bien introducido en los círculos de alto nivel contribuyó a aumentar su credibilidad y popularidad.

Nombrado por Hitler como jefe de las SA, participó en el fallido intento de golpe de estado, el llamado Golpe de Múnich, en 1923 y fue el único de los conspiradores que escapó a la captura, viviendo efectivamente en el exilio durante los cuatro años siguientes en varios países europeos.

Durante el golpe fue herido y se le administró morfina para su tratamiento, y desde entonces siempre fue dependiente de drogas de diversa índole, en particular de opiáceos.

Al regresar a Alemania tras la amnistía, fue elegido diputado en 1928 y se convirtió en presidente del Reichstag en 1932, facilitando el ascenso de Hitler al poder al año siguiente. El incendio del Reichstag, el 27 de febrero de 1933, fue la ocasión para desencadenar una serie de medidas represivas, bajo el pretexto de la seguridad nacional, dirigidas a todos los partidos de izquierda y a la oposición del Partido Nacional Socialista, real o potencial, incluyendo la creación de la infame Gestapo.

El 11 de mayo de 1935, fundó oficialmente la Luftwaffe, una nueva fuerza aérea en el seno de la Wehrmacht bajo el Tercer Reich, que había vivido en semiclandestinidad en los años anteriores debido a las restricciones impuestas por el Tratado de Versalles, y asumió su mando, que mantuvo hasta la caída de Hitler.

En 1936 se le encomendó la dirección del llamado «plan cuatrienal» que, a semejanza de los planes quinquenales soviéticos, debía crear las condiciones industriales, económicas y logísticas para la entrada de Alemania en la guerra.

Hombre vanidoso, codicioso y corrupto, Göring fue reconfirmado como director del plan cuatrienal en 1940 y se le encomendó la explotación de los países conquistados durante la guerra. Utilizando este poder se convirtió en uno de los hombres más ricos de todos los tiempos y acumuló una colección personal de obras de arte sin precedentes, por supuesto en detrimento de los países expoliados, como Polonia o Francia, entre otros.

El prestigio personal del mariscal de campo Göring empezó a decaer en el momento de la Batalla de Inglaterra, cuando «su» Luftwaffe no logró derrotar a la Real Fuerza Aérea (RAF) y el plan de invadir las Islas Británicas no pudo llevarse a cabo. El mayor revés se produjo, no obstante, en la batalla de Stalingrado, cuando la aviación alemana, a pesar de sus reiteradas garantías, no pudo abastecer al VI Ejército, que estaba cercado.

En 1944, Goering abandonó el protagonismo, alejándose de los escenarios y las responsabilidades para refugiarse en una vida de lujo sin freno.

El único momento en el que pareció reavivarse una chispa fue en la víspera del suicidio de Hitler, cuando intentó algo parecido a un torpe golpe de estado, intentando nombrarse a sí mismo canciller y sucesor del Führer en un intento de presentarse ante los Aliados con el prestigio de quien debe negociar la paz. Pero las cosas no salieron bien y cuando fue detenido por las tropas americanas fue tratado como un prisionero de guerra normal.

En los juicios de Nuremberg presentó una enérgica defensa, pero a pesar de ello fue condenado a morir en la horca. Hermann Göring pidió ser fusilado como soldado y no colgado como criminal, pero esta petición fue rechazada, por lo que el ex mariscal del Reich se burló por última vez de los Aliados y de la Historia al suicidarse, consiguiendo tragar una cápsula de cianuro y eludiendo así la voluntad del tribunal.


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