Hans Langsdorff

Hans Wilhelm Langsdorff nació en la isla de Rügen. Su familia se trasladó a Düsseldorf en 1898 y entabló amistad con el futuro héroe naval, el conde (Graf) Maximilian von Spee, que influyó en Langsdorff para que asistiera a la Academia Naval de Kiel a pesar de los deseos de sus padres.

Durante la Primera Guerra Mundial, el teniente Langsdorff fue condecorado con la Cruz de Hierro en la batalla de Jutlandia en 1916.

Durante los años de entreguerras, Langsdorff desempeñó varias funciones, entre ellas el Ministerio de Defensa en Berlín y el mando de una flotilla de torpederos.

Tras unos años en el Ministerio del Interior, fue destinado al nuevo acorazado de bolsillo (más tarde reclasificado como crucero pesado) Admiral Graf Spee, llamado así por su antiguo vecino de Düsseldorf.

El 1 de enero de 1937 fue ascendido al rango de capitán y asumió el mando del Graf Spee. Con él al timón, el Graf Spee hundió con éxito nueve barcos mercantes en el Atlántico Sur y el Océano Índico a finales de 1939, perjudicando la capacidad de Gran Bretaña para transportar mercancías hacia y desde sus territorios lejanos sin ninguna pérdida de vidas alemanas.

Su recta educación le convirtió en un misericordioso conquistador del mar: durante los nueve hundimientos perdonó todas las vidas británicas, colocando a todos los prisioneros en su barco de abastecimiento Altmark antes de hundir los barcos derrotados.

Sus exitosas incursiones atrajeron a más de veinte buques de guerra aliados para que le dieran caza, y fue encontrado por el Grupo de Caza G británico, al mando del comodoro Henry Harwood, en el Río de la Plata, frente a Sudamérica. Tras un combate de 90 minutos con dos cruceros ligeros y un crucero pesado, los barcos británicos se retiraron.

Langsdorff, cuyo barco también sufrió graves daños, se dirigió al puerto neutral de Montevideo. Al solicitar al puerto un plazo de dos semanas para las reparaciones, sólo se le concedieron 72 horas.

Cuando se cumplió el plazo, el Graf Spee seguía sin estar en condiciones de navegar, especialmente con una gran flota británica que Langsdorff pensaba que debía estar esperándole fuera del puerto. Atracó a sus marineros a bordo de cargueros alemanes en Montevideo, se envolvió con los colores de la Alemania Imperial, no con la esvástica nazi, dio la orden de hundir el barco y luego se suicidó.

Su nota de suicidio decía: “[p]ara un capitán con sentido del honor, no hace falta decir que su destino personal no puede separarse del de su barco”.

Langsdorff descansa ahora en la sección alemana del Cementerio de la Chacarita en Buenos Aires.


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