Producida en 1990, Memphis Belle, aunque no puede considerarse un clásico del cine, es una referencia para los aficionados a la aviación de la Segunda Guerra Mundial. El director Michael Caton-Jones y el guionista Monte Merrick cuentan la historia real del bombardero B-17 Memphis Belle y su tripulación durante la Segunda Guerra Mundial. Después de veinticuatro misiones con éxito, la tripulación sólo necesita completar una más para poder volver a casa. Pero, por supuesto, nada será fácil.
Memphis Belle es una película que ofrece lo que promete y nada más. En menos de dos horas, Caton-Jones crea una obra con buenos momentos de acción, pero con algunos problemas narrativos. Entre ellas, la más destacada es la forma en que desarrolla los personajes. Todos ellos, sin excepción, son estereotipos: está el seductor, el sensible, el matón, el jefe duro y varios clichés más. El guion no construye un arco dramático para ninguno de ellos y los personajes llegan al final de la película tan superficiales y poco profundos como al principio.
Por otro lado, Caton-Jones hace un buen trabajo al establecer una atmósfera de camaradería entre ellos. Centrando los primeros cuarenta minutos únicamente en la relación entre los soldados, el director consigue hacer creer al espectador que esos jóvenes son verdaderos amigos y están dispuestos a dar la vida por sus camaradas.
Aunque no sale nada más profundo de ningún personaje, este tiempo que se pasa con ellos crea un vínculo de identificación que es fundamental para que el público se preocupe por el destino de cada uno, lastre necesario para que las escenas de combate aéreo ganen en tensión.
Asimismo, la elección de mostrar todo sólo desde el punto de vista de la tripulación del Belle es eficaz. La cámara de Caton-Jones nunca se sitúa en otro plano, consiguiendo situar al espectador junto a los protagonistas. Algunas de las mejores escenas resultan de esta perspectiva, como aquella en la que sólo oímos por la radio la desesperación de otra tripulación, mientras la tripulación del Memphis Belle observa cómo el avión derribado gira hacia el suelo.
La decepción radica en la falta de una tensión creciente en Memphis Belle. El avión y los personajes se enfrentan a algunos problemas, sí, pero nada que parezca demasiado amenazador. El espectador no siente que la tripulación de Belle corra realmente ningún riesgo y la falta de un clímax más emocionante contribuye sin duda a ello. Son atacados varias veces y prácticamente de la misma manera: el último ataque que sufren es el mismo que el primero.
Sin tener grandes momentos en cuanto a la actuación, especialmente por el débil desarrollo de los personajes, Memphis Belle es una película que tiene problemas narrativos y se desliza hacia ciertos clichés. Por estos motivos, nunca escapa a los lugares comunes del género, a pesar de tener un buen ritmo y no cansar en ningún momento. Esta irregularidad sólo podía conducir a lo que ocurrió: una producción recordada por los aficionados a la aviación, pero olvidada por el resto del público.