Land Of Mine (Bajo la arena)

Mayo de 1945. La Alemania nazi acaba de rendirse y ha regalado a Dinamarca kilómetros de costa llenos de minas terrestres y antitanques. Las fuerzas de liberación británicas ofrecen al gobierno danés la posibilidad de utilizar prisioneros de guerra alemanes para limpiar toda la zona de minas peligrosas. En este escenario se desarrollará Land of Mine (Bajo la arena).

Un grupo de jóvenes prisioneros alemanes es enviado a hacer este trabajo sucio bajo el mando del sargento Carl Rasmussen, un hombre duro y gruñón lleno de veneno en su interior contra el invasor alemán. Pero cuando llega la primera víctima, la visión de Rasmussen de la situación cambia radicalmente.

El soldado se da cuenta de que los que ha enviado son sólo chicos, solos y asustados, y que el trabajo que están haciendo está destruyendo su vida. Así comienza un conflicto de sentimientos dentro del hombre que chocará con la dura realidad, demasiado amarga para conceder descuentos a todos. O al menos, a casi todo el mundo.

Una excepcional reconstrucción histórica de uno de los dramas menos conocidos del final de la Segunda Guerra Mundial, donde la nueva película del director danés Martin Zandvliet consigue arrojar luz sobre un momento oscuro de la historia de su país. Pero oscuro, al final, ¿por qué?

Hay muchas razones, y viendo Land of Mine (Bajo la arena) todas salen a la luz una tras otra. La primera se refiere a los prisioneros de guerra alemanes. A menudo se trataba de personas muy jóvenes, en muchos casos incluso menores de edad; personas, por tanto, que no tenían nada que ver con las atrocidades de Hitler, pero a las que el gobierno danés dio una carga que no merecían.

Limpiar una zona de minas terrestres era, y sigue siendo, extremadamente peligroso: de las aproximadamente 2.600 personas que participaron en cinco meses de operaciones, sólo la mitad llegó a casa con vida o con heridas superficiales. El resto pereció o quedó mutilado en las operaciones.

Hombres jóvenes, a menudo desnutridos, de nuevo como forma de venganza de un pueblo (el danés) ocupado por los alemanes durante 5 largos años. Gente sencilla, jóvenes que querían ser albañiles, zapateros, artesanos o mecánicos, pero que en muchos casos no vieron la luz más allá de esos malditos cinco meses.

El papel de dos personajes del ejército danés, el sargento Carl Rasmussen y el teniente K. Ebbe Jensen, ambos interpretados perfectamente por Roland Møller y Mikkel Boe Følsgaard. Rasmussen es el típico hombre rudo y salvaje, pero con un corazón bondadoso que aflora minuto a minuto, el corazón de alguien que no quiere negar un futuro a quienes no tienen la culpa de lo ocurrido.

Por otro lado, Jensen es un soldado frío y calculador que recuerda demasiado a los miembros del partido nazi en sus elecciones y su comportamiento. Observando el comportamiento de los dos hombres, descubrimos que cada uno tiene una maldad interior.

La diferencia entre las personas radica en cómo se comportan cuando se enfrentan a su lado oscuro, y cómo intentan combatirlo a diario. Sin embargo, los dos daneses se ven contrarrestados por la dignidad y el sentido del honor con los que (casi) todos los soldados alemanes encarcelados realizan sus tareas de desminado.

No es un trabajo fácil, pero se las arreglan para que parezca casi rutinario, y esto le deja a uno sin palabras. La fotografía de Land of Mine (Bajo la arena) es maravillosa, al igual que los efectos especiales relacionados con las minas: el uso del tiempo de la cámara mantiene al espectador en suspenso, esperando que la mina explote o no.

Escenarios e iluminación sublimes, relaciones humanas puras y verdaderas y colores a los que no siempre estamos acostumbrados hacen de Land of Mine (Bajo la arena) algo que no hay que perderse por nada del mundo.


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