Gracias a un grupo de entusiastas, se han encontrado recientemente los restos de un avión anglo-canadiense que se estrelló en 1944 en Hautot-sur-Mer, Francia. Arrojan luz sobre un episodio olvidado de la Segunda Guerra Mundial.
En la noche del 20 al 21 de abril de 1944, un escuadrón de 175 bombarderos Halifax partió de Tholthorpe, a 300 kilómetros al norte de Londres, para atacar el depósito ferroviario de Lens (Pas-de-Calais, Francia).
La operación fue un éxito, excepto para los siete tripulantes anglo-canadienses del LW 692 PT-V de entre 19 y 25 años. Por alguna razón desconocida, el avión quedó atrapado en el fuego cruzado de los antiaéreos alemanes sobre Dieppe. El avión fue alcanzado y se estrelló en llamas en el valle de Scie, en Hautot-sur-Mer.
Si la historia, olvidada durante un tiempo, vuelve a ser noticia, es gracias a los voluntarios de la asociación francesa Pilotes & Cie, que han puesto en marcha una excavación y han encontrado los restos del accidente.
François Kowal, profesor jubilado y piloto privado, siempre había oído hablar de este hecho bélico. En declaraciones recogidas por la prensa francesa afirmó lo siguiente:
Tenía algunas informaciones. Lo primero que me interesó fueron los hombres. En este accidente, cuatro aviadores saltaron en paracaídas. Dos sobrevivieron (Robert Anderson y Jean-Paul Bourcier) y dos murieron, pero aún no sabemos cómo (Clifford Wheelhouse y Herbert Wilson), muertos o ahogados, porque en ese momento el valle estaba inundado. También murieron otros tres miembros de la tripulación (Patrick Gough, Raymond Léonard y Alfred Warren).
El detective normando ha recopilado datos a lo largo de los años, algunos de ellos procedentes de familias canadienses y, sobre todo, de un testigo de excepción. A sus 93 años, el ex piloto del Ejército del Aire y cofundador del Memorial de Dieppe, Marcel Diologent, recuerda así su primer encuentro con los restos del avión:
A finales de 1944, cuando volvimos a casa, con mi hermano fuimos a jugar al valle. Todavía estaba inundado. Había, y sigue habiendo, un granero pintado por Claude Monet. Y luego estaba este trozo de fuselaje del bombardero. Con una puerta, hicimos una balsa y el avión se convirtió en nuestra isla, nuestro cuartel general. Y entonces, un día, unos chatarreros pasaron por allí y los restos desaparecieron. El prado volvió a tener sus vacas e incluso se convirtió en un aparcamiento de hierba para el pueblo durante un tiempo. Todo el mundo se había olvidado del Halifax.
Con esta idea, François Kowal cofundó la asociación Pilotes & Cie para llevar a cabo excavaciones en el lugar. En octubre de 2021, solicitó la autorización a las autoridades francesas y estas le condecieron un permiso de excavación de 30 centímetros. El ayuntamiento también colaboró, porque es el propietario del terreno.
Con una docena de voluntarios, las primeras excavaciones encontraron pronto el tesoro escondido. Con rapidez se sacaron a la luz casi doscientas piezas, entre ellas dos ametralladoras, una bombona de oxígeno, cables, munición y también una placa de identificación. El Halifax estaba definitivamente ahí.
Limitada por la ley y los medios técnicos y financieros, la asociación no podrá ir más allá. Pero los voluntarios no quisieron detenerse ahí. Con las piezas limpiadas y tratadas, que son propiedad del Estado, pero de las que tienen uso, esperan poder organizar exposiciones, conferencias o incluso intervenciones en colegios.
Autor: Liber Prieto