En los últimos años, hemos asistido a un incremento de las comparaciones entre el Holocausto y el Apartheid. Por eso vamos a explorar a continuación las similitudes y las diferencias de estos dos fenómenos históricos que tan nefastas consecuencias trajeron para la Humanidad.
Ambos sistemas estaban arraigados en las ideas de raza, pero aunque las herramientas utilizadas por los nazis en Alemania y por el gobierno del apartheid en Sudáfrica son superficialmente similares, sus objetivos, muy diferentes, produjeron resultados radicalmente distintos una vez aplicadas sus políticas.
Los métodos utilizados por cada uno de los diferentes sistemas para definir a las razas víctimas y justificar su estatus inferior fueron, por ejemplo, distintos. En Alemania, las razones aducidas fueron el deseo de preservar el “Volk” ario puro y proteger la cultura “volkisch “. En Sudáfrica, la premisa declarada era que cada grupo “étnico” desarrollaría mejor todo su potencial si se le animaba a preservar su integridad y promover su propia cultura. Eso sí, en ambos países, la separación fue seguida de la privación de la ciudadanía.
Bajo el dominio alemán, los judíos fueron convertidos en apátridas y expulsados del Reich en la medida de lo posible. En Sudáfrica, los “negros” fueron convertidos en ciudadanos de “patrias étnicas”. A diferencia de los judíos alemanes, los “negros” sudafricanos tenían al menos algún tipo de derecho nominal a la igualdad en sus “patrias” designadas.
Tanto en Sudáfrica como en el Tercer Reich se restringió la libertad de circulación y se impuso la segregación residencial. Los judíos, antes destacados en la vida cultural, académica y económica de Alemania, fueron empobrecidos y deshumanizados. A los “negros” de Sudáfrica se les encerró en su papel de trabajadores manuales no cualificados, una posición que habían ocupado desde el comienzo del asentamiento “blanco” en el Cabo.
Al principio, los judíos fueron confinados en guetos y, finalmente, en campos de trabajo y de exterminio. En Sudáfrica, las personas de color fueron trasladadas a la fuerza a “tierras natales” rurales. Sin embargo, la demanda de mano de obra barata acabó exigiendo su admisión en las zonas industriales urbanas y, aunque se les limitó a vivir en “municipios”, su exclusión nunca fue total y nunca se contempló su eliminación física.
En ambos países, las autoridades locales controladas por el gobierno mantuvieron un estricto control sobre la administración de las zonas residenciales demarcadas para los grupos discriminados. En la Alemania nazi, las SS nombraron “Judenrate” (Consejos Judíos) para administrar los guetos. Estos consejos se utilizaban para asegurar la aquiescencia pacífica de los judíos que iban camino de los campos de exterminio. Finalmente, los consejeros fueron asesinados junto con las personas a las que debían gobernar.
En Sudáfrica se establecieron consejos municipales para el gobierno local de los municipios, pero estos consejos no tuvieron éxito porque estaban controlados por el gobierno y eran ilegítimos. Ahora bien, su propósito era administrar las zonas de desarrollo separadas, no allanar el camino para el exterminio final de sus habitantes.
Cabe destacar que ni en Alemania ni en Sudáfrica las iglesias desempeñaron un papel activo en la prevención de la discriminación y la injusticia. En Alemania se trataba simplemente de una continuación de la actitud tradicional de antijudaísmo alimentada por la negativa de los judíos a convertirse al cristianismo.
En Sudáfrica, los misioneros se esforzaron por convertir a los “negros” al cristianismo, pero los ministros de la Iglesia Reformada Holandesa creían que era voluntad de Dios que los “negros” y los “blancos” se mantuvieran separados, los servicios religiosos estaban estrictamente segregados, y esto estaba en consonancia con el ideal del apartheid. En cuanto a los medios de comunicación, tanto la Alemania nazi como el régimen del apartheid apoyaban a los sectores de los medios que promovían imágenes negativas de los judíos y los “negros”, mientras censuraban a los que tenían una inclinación más liberal.
Las diferencias fundamentales entre el Holocausto y el apartheid se hicieron más evidentes en sus fases terminales. Mientras que el nazismo condujo al genocidio, el leitmotiv del apartheid era la mano de obra barata, no el exterminio planificado. Los nazis crearon campos de exterminio y diseñaron tecnología avanzada especialmente con el fin de acelerar los asesinatos en masa y la eliminación de cadáveres.
Los asesinatos del apartheid en Sudáfrica se llevaron a cabo por medios tradicionales de forma individual y no mediante técnicas de exterminio a gran escala. Los asesinatos en Sudáfrica se dirigieron únicamente contra los opositores al régimen y no con el propósito de exterminar a un grupo étnico concreto.
En Alemania, esto dio lugar a un programa de genocidio, mientras que el sistema de apartheid en Sudáfrica, aunque pretendía servir a los intereses materiales del grupo gobernante, resultó ser disfuncional y sembró las semillas de su propia desaparición. Eso sí, en ambos casos y diferencias de forma aparte, horrores insoportables que no deberían repetirse jamás en ningún sitio.