Cuando la SNCF francesa reconoció su papel en las deportaciones nazis

El presidente de la SNCF, Guillaume Pepy, reconocía hace una década que su compañía, “forzada y requisada”, fue “un engranaje de la máquina de exterminio nazi” durante la Segunda Guerra Mundial. Hablando de “momentos terribles, momentos desastrosos”, subrayó “la necesidad de mirar a la cara este pasado, de conocerlo, de comprenderlo, de perpetuar su memoria, de sacar una lección de él”.

Guillaume Pepy hablaba desde Bobigny (Seine-Saint-Denis), donde la SNCF cedió en 2011 a la ciudad un terreno en la estación de la que partieron más de 20.000 judíos hacia el campo de Drancy y luego a la muerte en 1943 y 1944.

En total, los vagones de la SNCF transportaron a casi 76.000 judíos a los campos de concentración y exterminio entre 1942 y 1944. Fueron, insistió Pepy, “requisados”, “sometidos al esfuerzo de guerra nazi”, recordó. Pero “ella lo hizo”, reconoció, en presencia de Simone Veil, superviviente de Ravensbrück.

“Quiero expresar la profunda pena y el pesar de la SNCF por las consecuencias de su actuación en aquel momento. En nombre de la SNCF, me inclino ante las víctimas, los supervivientes y los hijos de los deportados y ante el sufrimiento que aún existe”, subrayó Pepy por aquel entonces.

¿La sombra? Que hay voces que afirman que, para preservar sus posibilidades de obtener contratos en Estados Unidos, la SNCF expresó por primera vez su arrepentimiento por su papel en la deportación de judíos durante la Segunda Guerra Mundial.