Escenarios alternativos

Durante la Segunda Guerra Mundial, todo el mundo tenía un plan (o al menos parecía tenerlo). Pero lo cierto es que, por cada plan implementado, hubo al menos otro plan B o de emergencia para poner en marcha en el futuro. Si cualquiera de los planes que vamos a tratar a continuación se hubiera llegado a materializar, desde luego el curso de nuestra historia habría cambiado por completo.

Los planes del premier británico para la III Guerra Mundial, los planes americanos para invadir Japón, los planes de Hirohito para atacar Estados Unidos con bombas bacteriológicas o los planes para invadir la Unión Soviética por su cuenta son tan solo algunos de los escenarios alternativos que fueron potencialmente reales en su día y que hubieran tenido consecuencias difíciles de prever.

Los planes de Churchill para la Tercera (sí, tercera) Guerra Mundial

Tras la derrota alemana, Europa estaba dividida entre las fuerzas aliadas al oeste y las fuerzas soviéticas al este. Winston Churchill no confiaba mucho en Josef Stalin ni en su voluntad para liberar posteriormente los países que estaban bajo sus fuerzas de ocupación, así que sus cerebros militares prepararon la Operation Unthinkable (Operación Impensable).

De haberse llevado a cabo, la “impensable” operación habría enfrentado a las fuerzas aliadas frente a las soviéticas en un continente europeo que ya había sufrido demasiado los estragos de la Segunda Guerra Mundial.

Las hostilidades comenzarían el 1 de julio de 1945 e implicarían la ardua y peligrosa tarea de rearmar a 100 000 soldados alemanes que lucharían paradójicamente en las filas de los Aliados. Churchill también quería que los Estados Unidos emplearan la bomba atómica en el caso de que los soviéticos se negaran a rendirse.

Los planes de Churchill nunca se materializaron, puesto que los estadounidenses era muy cautos ante el horizonte de una nueva guerra. En un cable enviado desde la Casa Blanca, el presidente estadounidense Harry Truman le comunicó al premier británico que no le ayudaría a expulsar a los rusos de Europa del Este.

“Amistosa” instantánea de Churchill y Stalin en la Conferencia de Postdam en 1945
Dominio público, Wikimedia Commons

Los planes estadounidenses para invadir Japón

El Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos nombró al general Douglas MacArthur como comandante encargado de dirigir la invasión final de Japón. Con el nombre en clave de Operación Downfall, el plan incluía la participación de un asombroso número de soldados (unos dos millones y medio).

El plan en sí mismo estaba dividido en dos partes: Operación Olympic y Operación Coronet. Ambas habrían sido mayores que la invasión de las playas normandas en el día D. Dado que los japoneses estaban dispuestos a luchar a muerte, los Aliados estaban dispuestos a recurrir a la guerra química.

Por fortuna, Japón se rindió el 15 de agosto tras el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Si la Operación Downfall se hubiera llevado a cabo, el número de bajas habría sido horrible. Se calcula que los Estados Unidos habrían perdido entre 400.000 y 800.000 hombres, con un número estimado de heridos que rondaría los 4 millones. Sin duda, los japoneses se llevarían la peor parte: se estima que 10 millones habrían perdido la vida.

El general Douglas MacArthur en 1945 en Manila (Filipinas) con su mítica pipa
Dominio público, Wikipedia

Los planes japoneses para atacar territorio continental estadounidense con bombas bacteriológicas

En el ocaso de la Segunda Guerra Mundial, el Escuadrón 731, la temida unidad de guerra biológica y química del Imperio Japonés, planeó un ataque químico mortífero sobre territorio continental de los Estados Unidos.

Se había planeado un ataque con bombarderos kamikazes cargados con bombas con pulgas infectadas con bacterias de la peste bubónica que harían blanco en zonas densamente pobladas y poco defendidas. El objetivo fijado para un primer ataque fue la ciudad de San Diego, en California. La misión, denominada Operación Cerezos en Flor por la Noche, se tenía pensado llevar a cabo el 22 de septiembre de 1945.

A finales de la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que la Marina Imperial Japonesa estaba aniquilada y para llevar a buen término esta misión había que confiar en la ingenuidad del enemigo. Para conseguir que su bombardero estuviera dentro de un rango de ataque válido, los japoneses habían pensado en servirse de su última creación: el submarino portaaviones.

Se trataba de un enorme submarino que llevaba en sus entrañas un único avión. El submarino podría navegar sin ser detectado hasta estar lo suficientemente cerca de los Estados Unidos como para poder lanzar su ataque. El ataque en sí no tenía valor militar alguno, pero se creía que era un intento desesperado de disuadir a los Estados Unidos de llevar a cabo la invasión del archipiélago japonés. El plan nunca logró llevarse a cabo, dado que los norteamericanos consiguieron la rendición formal de Japón el 2 de septiembre de 1945, menos de un mes después del lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.

Los planes japoneses para invadir la Unión Soviética por su cuenta

Ya en 1937, los japoneses habían planeado llevar a cabo una serie de operaciones para anexionarse territorios soviéticos en el Lejano Oriente, especialmente en Siberia. Durante una conferencia imperial que tuvo lugar en julio de 1941, los japoneses se pusieron de acuerdo en que invadirían la Unión Soviética solo si la propia invasión alemana obtenía buenos resultados.

De esta manera, los soviéticos se habrían visto obligados a luchar en una guerra de dos frentes, contra los alemanes en el oeste y contra los japoneses en el este. A pesar de que los japoneses y los soviéticos tenían un pacto de neutralidad, ninguno de los dos lados confiaba en el otro, y ambos continuaron desplegando divisiones militares a lo largo de sus respectivas fronteras.

Prisioneros nipònes tras la ofensiva soviética en 1939 en la Batalla de Jaljin Gol, dentro de las conocidas como Guerras fronterizas soviético-japonesas, preludio asiático de la Segunda Guerra Mundial
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El ejército japonés había optado por una política conocida como hokushin-ron o “avance hacia el norte”, que buscaba agresivamente la declaración de guerra contra la Unión Soviética. El alto mando japonés consideraba que la conquista de los territorios soviéticos del Lejano Oriente sería sencilla, dado que los soviéticos estaban demasiado ocupados combatiendo a los alemanes en Europa.

No obstante, el hecho de haberse visto derrotados frente a los soviéticos en 1939 en las Guerras fronterizas soviético-japonesas hizo que se pensaran las cosas dos veces. Asimismo, los alemanes estaban empezando a ser empujados por los soviéticos tras sus victorias iniciales. Al final, los militares nipones decidieron optar por otra política, la conocida como nanshin-ron o “avance hacia el sur”, un movimiento que terminaría con la implicación de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.

Los planes para llevar a cabo el desembarco aliado en Normandía un año antes del día D

En 1942 el general Dwight Eisenhower presentó un plan para una invasión inminente de Alemania. El grueso del plan quedaba recogido en la Operación Roundup, que culminaría con el despliegue de fuerzas terrestres aliadas en Francia en 1943.

El objetivo era aliviar la presión que estaban sufriendo los soviéticos al lograr que Alemania se viera envuelta en una guerra de dos frentes. Sin embargo, los cerebros británicos creyeron que el ataque era prematuro, dado que las defensas germanas eran todavía demasiado buenas para los recursos de los que se disponía en aquellos momentos.

El ataque fue por tanto pospuesto en pos de la Operación Torch, que tenía como fin un objetivo menos ambicioso: el norte de África. Desde allí, los Aliados llevarían a cabo su avance hacia el norte a través de Italia. La Operación Roundup sería finalmente implementada un año más tarde, bajo la nueva denominación de Operación Overlord.

 Retrato de Dwight “Ike” Eisenhower
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El plan de Hitler para conquistar Suiza

Tras su gran victoria frente a Francia en 1940, Adolf Hitler ordenó rápidamente a sus generales la preparación de un plan para la invasión de Suiza. Conocida como Operación Tannenbaum (“Árbol de Navidad”), contaría inicialmente con la participación de 21 divisiones alemanas, que terminarían quedándose en 11, que atacarían desde el norte, con apoyo de otras 15 divisiones italianas que atacarían desde el sur. Afortunadamente, Hitler, que detestaba a los suizos hasta el punto de llamar al país alpino “un grano en la cara de Europa”, nunca llegaría a dar la luz verde a la invasión. Se cree que su atención se había centrado en la Unión Soviética y en Gran Bretaña.

En lo referente a los suizos, estaban claramente preparados para combatir a muerte. La población del país había sido armada y más de 400 000 hombres habían sido movilizados desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Los mandos militares suizos habían optado por adoptar la siguiente estrategia: los suizos defenderían inicialmente sus fronteras y luego se retirarían a varias fortificaciones en los Alpes, desde las que lucharían hasta el último hombre. Una guerra de guerrillas prolongada en las frías laderas de las montañas suizas habría consumido excesivos recursos de las potencias del Eje.

Los planes para una invasión alemana en Gran Bretaña

Hitler también había planeado invadir Gran Bretaña tras derrotar a Francia. En la Operación León Marino (Unternehmen Seelöwe en alemán) se tenía pensado movilizar a 160 000 soldados nazis a bordo de 2 000 barcazas que cruzarían el Canal de la Mancha. No obstante, los generales alemanes temían tanto a la Marina Real como a la Fuerza Aérea de Gran Bretaña y dispusieron que había que conseguir la superioridad aérea antes de iniciar la ofensiva de invasión.

La Luftwaffe trató de destruir a la aviación británica en una serie de combates aéreos que se prolongarían durante un periodo de tres meses en lo que se conocería posteriormente como la Batalla de Inglaterra. Los británicos consiguieron repeler los ataques aéreos alemanes y la invasión se vio pospuesta indefinidamente. Este revés importante tuvo un papel determinante en la decisión de Hitler de mirar hacia el este y fijarse en la Unión Soviética.

  Plan de ataque alemán de la Operación León Marino (Unternehmen Seelöwe)
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Los dos planes japoneses para invadir Australia

En 1942, tuvieron lugar una serie de reuniones entre los cerebros de las divisiones marinas y terrestres del Ejército Imperial Japonés. Sus fuerzas ya habían ocupado vastos territorios a lo largo del Pacífico y Australia era el siguiente objetivo claro. La Marina Imperial Japonesa había propuesto una invasión limitada del norte de Australia para evitar que tanto fuerzas británicas como americanas pudieran servirse del país como base desde la que atacarles.

El ejército rechazó este plan al estar convencido de que la operación terminaría desembocando en una indeseable guerra de desgaste. Los responsables del Ejército de Tierra Japonés preferían organizar una invasión a gran escala, pero la inmensa extensión de terreno de Australia hacia necesario el despliegue de al menos 10 divisiones, un número que no podía reunirse en aquellas fechas al estar desplegados en China un gran número de soldados nipones. Además, tanto el transporte como la entrega de suministros habría sido una pesadilla logística difícil de imaginar (y gestionar).

Por consiguiente, al final se planeó la Operación FS, con el objetivo de aislar Australia. Con la ocupación del este de Nueva Guinea, de las islas Salomón y de las islas de Nueva Caledonia y Fiji, Australia terminaría totalmente bloqueada y se vería obligada a capitular. Lo cierto es que ni la invasión ni la operación de aislamiento llegaron a llevarse a cabo, dado que la Marina de los EE.UU. aniquilaría a la japonesa en una serie de batallas decisivas (como la de Midway o la de Tarawa) que tendrían lugar en las convulsas aguas del Pacífico.

El plan de invasión nazi de Gibraltar que habría obligado a España a entrar en la Segunda Guerra Mundial

En 1940, los nazis, tras su fracaso a la hora de allanar el camino para la invasión de Gran Bretaña mediante la destrucción de su aviación, ingeniaron un plan para apoderarse del estratégico bastión británico de Gibraltar.

Mediante la captura de Gibraltar, dada su jugosa ubicación geográfica a las puertas del Mediterráneo, se lograrían frenar las operaciones de la Marina Real Británica y se conseguirían bloquear las líneas de suministros que pasaban por el canal de Suez. Esto habría hecho que Gran Bretaña terminara rindiéndose.

Conocida en clave como Operación Félix, la invasión requería el envío de tropas alemanas a territorio neutral español. Oficiales de alto rango de ambos gobiernos llegaron a mantener una serie de conversaciones a puerta cerrada sobre esta propuesta. Adolf Hitler llegó a pedirle personalmente a Franco su apoyo.

Finalmente, Franco rechazó la propuesta del Führer, ya que la llegada de tropas alemanas habría significado la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial a favor de las potencias del Eje. Lo cierto es que tenía más miedo a una invasión británica que al propio Hitler. Por su parte, Hitler seguiría con la Operación Félix en mente hasta 1941, con las fuerzas de la Wehrmacht ya plenamente entregadas a la invasión de la Unión Soviética.

Luces de reconocimiento antiaéreo a pleno rendimiento durante un simulacro realizado en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial
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Los planes franceses y británicos para llevar a cabo ataques aéreos en territorio soviético

Poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia estaban preocupadas por el hecho de que la Unión Soviética estuviese suministrando petróleo al Tercer Reich. Ambos países acababan de firmar un pacto de no agresión, lo que le facilitaba a Alemania la tarea de iniciar la Segunda Guerra Mundial sin tener que preocuparse de ninguna interferencia soviética.

A modo de respuesta, los cerebros británicos y franceses desarrollaron un plan (Operación Pike) con el objetivo de arruinar la economía soviética mediante el bombardeo de instalaciones petrolíferas clave. La escasez de petróleo que se produciría también minaría el esfuerzo bélico alemán. Se concluyó que los mejores objetivos serían los campos petrolíferos de Azerbaiyán, dado que se situaban dentro del rango de ataque de los bombarderos británicos y franceses desplegados en Oriente Medio.

En abril de 1940, los bombarderos lograron llegar a sus objetivos pero no lanzaron ninguna bomba. Al final lo único que hicieron fue presionar mostrando la superioridad aérea de los Aliados, con el fin de amedrentar a los soviéticos y conseguir que dejaran de suministrarle petróleo a los alemanes.

Tras la invasión nazi de los Países Bajos y Francia en 1940, el plan fue abortado para siempre. Los británicos llegaron a considerar que en caso haberse hecho realidad el ataque inicialmente planeado, los soviéticos se habrían alineado con los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. ¡Quién sabe lo que podría haber pasado entonces!


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