La Batalla de Pearl Harbor

Introducción

Justo antes de las ocho de la mañana del 7 de diciembre de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, cientos de cazas japoneses atacaron la base naval estadounidense de Pearl Harbor, cerca de Honolulu, Hawai.

El ataque sorpresa duró sólo dos horas, pero las consecuencias de este fueron devastadoras: los japoneses consiguieron destruir casi 20 buques de guerra norteamericanos, incluyendo ocho enormes acorazados y casi 200 aviones, más de 2.000 soldados norteamericanos fallecieron en el ataque y otros 1.000 resultaron heridos.

Al día siguiente, el presidente Franklin Delano Roosevelt solicitó al Congreso la declaración de guerra contra Japón. El Congreso la aprobó con solo un voto en contra. Tres días más tarde, los aliados del eje, es decir, Alemania e Italia, también le declararon la guerra a los Estados Unidos y de nuevo el Congreso aprobó las pertinentes declaraciones de guerra.

Acorazados ardiendo en Pearl Harbor. El 7 de diciembre  de 1941, los japoneses lanzan un ataque militar sorpresa sobre la base naval de Pearl Harbor. El ataque logra dañar o hundir más de 14 embarcaciones y termina cobrándose la vida de más de 2.300 militares estadounidenses.
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Tras más de dos años de conflicto, los Estados Unidos de América se habían finalmente unido a la Segunda Guerra Mundial.

El ataque sobre Pearl Harbor fue una sorpresa, pero realmente Japón y los Estados Unidos de América habían estado asomándose al abismo de la guerra desde hacía décadas. Los Estados Unidos estaban especialmente molestos con la actitud beligerante creciente de Japón hacia China.

El gobierno japonés creía que la única manera de resolver sus problemas económicos y demográficos era expandirse en el territorio de sus vecinos y conquistar sus mercados de importación. Para ello, Japón le había declarado la guerra a China en 1937.

Las autoridades norteamericanas respondieron a esta agresión con una batería de sanciones económicas y de embargos comerciales. Esgrimieron que sin acceso a fuentes de dinero y bienes, y especialmente, a suministros vitales como el petróleo, Japón tendría que verse forzado a detener su política expansionista. 

Pero el efecto deseado se volvió en contra y sólo se concibió una actitud más enrocada por parte de Japón. Tras meses de negociaciones entre Tokio y Washington D.C., ninguna de las dos partes quería ceder. La guerra parecía inevitable.

Lo que nadie podía creer es que los japoneses fueran a comenzar esa guerra con un ataque sobre territorio norteamericano. Por un lado parecía muy complicado, puesto que la distancia que tenían que salvar los aviones japoneses era de más de 6.500 km.

Por otra parte, los oficiales de inteligencia norteamericanos estaban convencidos de que en caso de producirse un ataque japonés, éste se produciría sobre una de las (relativamente) próximas colonias europeas ubicadas en el Sudeste Asiático: las Indias Orientales Neerlandesas, por ejemplo, Singapur o Indochina.

Puesto que los líderes militares norteamericanos no estaban esperando un ataque que se produjera tan cerca que casa, las instalaciones navales de Pearl Harbor estaban relativamente indefensas. Casi toda la Flota del Pacífico estaba anclada cerca de Ford Island, en el puerto, y cientos de aeronaves estaban ubicadas en los aeródromos adyacentes. Para los japoneses, Pearl Harbor era un objetivo irresistible.

USS Arizona ardiendo en Pearl Harbor: El USS Arizona en llamas tras haber sido alcanzado por una bomba japonesa en Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. 
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El desarrollo del ataque

En junio de 1940, el presidente estadounidense Franklin Roosevelt trasladó la flota estadounidense del Pacífico desde San Diego, California, en la costa oeste de Estados Unidos, a Pearl Harbor, en el territorio de Hawai, como respuesta a la agresión de Japón a China, seguida del embargo de materias primas vitales al recién industrializado Japón.

Con la intención de coaccionar a Japón para que desistiera de sus políticas agresivas hacia sus vecinos, estas medidas tentaron a Japón a agravar la situación.

El avance de la Flota del Pacífico fue visto como el más actual de una larga serie de insultos al orgullo japonés, mientras que el embargo sólo tentó a los japoneses a asegurarse islas del Pacífico Sur ricas en petróleo, caucho, estaño y tungsteno para ellos.

El almirante Isoroku Yamamoto, cuya opinión personal era contraria a una guerra con Estados Unidos, fue el encargado de construir el propio plan de guerra.

Confiaba en poder diseñar un ataque devastador contra la Armada estadounidense, pero también creía que, a menos que Japón tuviera una forma de hacer marchar a sus ejércitos directamente hacia Washington, no era prudente entrar en guerra con EE. UU. durante un largo periodo de tiempo debido al enorme potencial industrial estadounidense.

En octubre de 1941, el Estado Mayor de la Marina japonesa dio su aprobación final al plan general de ataque de Yamamoto. En noviembre de 1941, Yamamoto añadió Pearl Harbor a la lista de objetivos. El plan de ataque de Yamamoto para Pearl Harbor, con la contribución del comandante Minoru Genda, incluía seis portaaviones de la flota, convirtiéndose así en el mayor ataque de portaaviones de la historia.

El plan preveía múltiples oleadas de ataque, apuntando y destruyendo sistemáticamente buques, aeródromos, aviones y diques secos específicos. Para poder utilizar eficazmente los torpedos en la poca profundidad del puerto, se les dotó de aletas para que se acercaran a la superficie del agua sin sumergirse en el barro.

Yamamoto asignó la tarea de atacar Pearl Harbor al vicealmirante Chuichi Nagumo. Un total de 24 buques apoyaron a los seis portaaviones en su viaje desde la bahía de Hitokappu, en las islas Kuriles, en el norte de Japón, hacia Hawái por la ruta del norte el 26 de noviembre de 1941.

En el sótano del edificio del cuartel general de la Flota del Pacífico en Hawai, Joseph Rochefort y su equipo de inteligencia se habían encargado de vigilar la disposición de los buques de guerra japoneses durante meses, con gran parte de la información obtenida de los mensajes de radio interceptados.

Acontecimientos como el cambio de indicativo de los buques de guerra japoneses dos veces en un corto periodo de tiempo, el aumento del nivel de encriptación de los mensajes de radio y la repentina desaparición de al menos cuatro portaaviones de la flota del conocimiento de Estados Unidos (su equipo había situado por error uno o dos portaaviones japoneses en las Islas Marshall) le hicieron sospechar de las intenciones japonesas.

Aunque informaba fielmente de sus descubrimientos, que apuntaban todos a la guerra, al Comandante en Jefe de la Flota del Pacífico, el Almirante Husband Kimmel, también hizo constar su sentimiento, compartido por la mayoría de los demás en Pearl Harbor y Washington, de que Pearl Harbor estaba a salvo de los ataques japoneses por el momento.

El vicealmirante William Pye, oficial al mando de la Flota de Batalla, estaba entre los que esperaban que la guerra estallara en Asia y no en Hawai, por lo que no había necesidad de enviar sus acorazados al mar para evitar ser sorprendidos en un ataque aéreo.

Cuando la flota japonesa partió de las islas Kuriles, Nagumo había ordenado que cualquier buque no japonés que entrara en contacto con la flota de ataque fuera rápidamente destruido antes de que pudiera enviar alguna advertencia.

El 5 de diciembre de 1941, la flota japonesa se encontró con el transporte ruso Uritsky, que transportaba tanques medios M2 de fabricación estadounidense y otros materiales de guerra, navegando hacia Vladivostok, Rusia.

Todos los cañones de la flota japonesa estaban apuntando al transporte, pero Nagumo, incumpliendo su orden anterior, optó por dejar marchar al Uritsky, pues sabía que los altos cargos de Tokio deseaban mantener el pacto de no agresión entre la Unión Soviética y Japón.

Nunca se demostró, pero algunas fuentes indicaron que el Uritsky efectivamente comunicó el hallazgo por radio a las autoridades soviéticas, y éstas notificaron a la flota japonesa que si el Uritsky se salvaba, la Unión Soviética no informaría del incidente a nadie, es decir, a los Estados Unidos.

Si este intercambio hubiera tenido lugar realmente, parecía que ambas partes cumplían su parte del trato; Uritsky llegó a Vladivostok sano y salvo, mientras que la flota japonesa navegó sin ser detectada por el norte del Pacífico.

Algunos especularon que el silencio soviético podría deberse al deseo de Moscú de que Estados Unidos entrara en la guerra, ejerciendo así una presión directa sobre Alemania y manteniendo a los japoneses ocupados.

El 7 de diciembre de 1941, el primer contacto de la batalla fue realizado por el barco de la Guardia Costera de los Estados Unidos Condor a las 03:50 a menos de 2 millas al suroeste de las boyas de entrada a Pearl Harbor.

Tras recibir el aviso visual del Condor a las 03:57, el destructor USS Ward comenzó a patrullar la entrada del puerto.

A las 06:37, Ward avistó el periscopio de un submarino japonés. El Ward atacó la zona con cargas de profundidad mientras el destructor USS Monaghan zarpaba para unirse a él en la caza del submarino.

A las 07:40, se hizo una llamada telefónica a la oficina de Kimmel, informando del contacto con el submarino, pero no salió nada material de ese informe.

Unos minutos antes de las 08:00, los aviones japoneses llegaron sobre Hawái. Cuando la gran nube apareció en la pantalla del radar, el equipo de radar de la Marina de los EE. UU. llamó obedientemente a este hallazgo, pero los hombres del radar fueron informados por los oficiales del Ejército de los EE. UU. que probablemente estaban viendo un grupo de bombarderos B-17 programados para llegar más tarde en este día.

A las 07.55, el ahora conocido mensaje “ATAQUE AÉREO ENEMIGO – NO ES UN SIMULACRO” fue enviado desde la Torre de Señales del Astillero Naval mientras los aviones que llegaban comenzaban a soltar su carga de bombas.

Los primeros objetivos fueron los campos de aviación. Los bombarderos en picado lanzaron bombas (principalmente incendiarias) y ametrallaron Hickam Field y la Estación Aérea Naval de Ford Island. Muchos aviones americanos fueron atrapados en tierra. A las 07:58, “ATAQUE AÉREO, PEARL HARBOR. ¡ESTO NO ES UN SIMULACRO!” fue transmitido a todos los barcos de la zona.

Casi al mismo tiempo, otro grupo de aviones atacó los acorazados amarrados en el lado sur de la isla Ford, en el centro de Pearl Harbor. Los torpedos y las bombas impactaron con precisión, detonando el almacén de municiones de proa del USS Arizona, envolviendo el barco en una feroz bola de fuego. El fuego antiaéreo comenzó muy rápidamente después de que los aviones japoneses fueran avistados, mientras que las armas de mayor calibre tardaron entre tres y siete minutos en comenzar a disparar.

Entre las 08:25 y las 08:40, los aviones japoneses continuaron dominando los cielos de Pearl Harbor, aunque las actividades de bombardeo cesaron en gran medida.

A las 08:40, aparecieron 30 bombarderos de altura japoneses, en su mayoría todavía dirigidos a los acorazados, junto con 18 bombarderos en picado. Los daños de esta segunda oleada de ataques fueron reportados como “serios”.

Con una cuidadosa planificación por parte de Yamamoto y su personal, y una perfecta ejecución de Nagumo y su mando aéreo, los sorprendidos estadounidenses sufrieron mucho, ya que pocos buques de guerra de mayor tamaño salieron ilesos. El acorazado USS West Virginia se hundió muy rápidamente, y el acorazado USS Oklahoma volcó antes de hundirse.

El impacto de la bomba que sufrió el USS Arizona a las 08:10 horas se cobraría la vida de 1.000 marineros. Los acorazados USS California, USS Maryland, USS Tennessee y USS Nevada sufrieron diversos daños durante la incursión.

A las 08:30, el Nevada intentó ponerse en marcha, pero se dio cuenta de que si era hundido en la apertura del puerto bloquearía la entrada del mismo, por lo que finalmente fue varado en el cercano Hospital Point.

A las 09:40, la mayoría de los aviones japoneses habían abandonado las inmediaciones, pero el fuego antiaéreo estadounidense seguía disparando ante cualquier señal de movimiento hostil; el ambiente tenso provocó algunos incidentes de fuego amigo en los que los cazas estadounidenses que finalmente tuvieron la oportunidad de despegar fueron derribados. A las 10:00, los cielos de Pearl Harbor estaban despejados.

El recuento final reveló que cinco de los ocho acorazados de Pearl Harbor se estaban hundiendo, inutilizados o muy dañados. Un total de 21 barcos estadounidenses fueron hundidos. 188 aviones fueron destruidos y 159 resultaron dañados.

Murieron más de 2.400 estadounidenses (esta cifra incluye la muerte de 68 civiles causada por fuego amigo, muertos por proyectiles antiaéreos estadounidenses que cayeron en la ciudad de Honolulu). Los japoneses sólo sufrieron el derribo de 29 aviones y el hundimiento de 5 submarinos enanos.

Aunque el ataque fue devastador, la Marina estadounidense se daría cuenta más tarde de que podría haber sido peor.

Mientras que la decisión del vicealmirante Pye de mantener los acorazados en el puerto significaba que eran blancos fáciles para el ataque aéreo japonés, si hubiera sacado los buques de guerra del puerto, habría existido la posibilidad de que fueran atacados en el mar, y los buques se perderían para siempre en lugar de simplemente hundirse en aguas poco profundas y tener la posibilidad de reflotar.

Los portaaviones de la flota estadounidense, todos los cuales desempeñarían un papel crítico en capítulos posteriores de la guerra, estaban lejos de Pearl Harbor, por lo tanto, alejados de cualquier daño.

Inmediatamente después del ataque, los estadounidenses intentaron lanzar un contraataque contra la flota japonesa. Confundiendo que los japoneses habían atacado desde el sur, se ordenó al USS Enterprise que navegara en esa dirección para interceptarlo.

Naturalmente, el portaaviones estadounidense no encontró nada y regresó con las manos vacías. Sin embargo, muchos historiadores especularon que si se le hubiera enviado en la dirección correcta, no sería rival para la poderosa flota japonesa y probablemente sería hundido.

Siguiendo con el tema de la historia contrafactual, hubo críticas contra Nagumo por no lanzar un tercer ataque sobre Pearl Harbor para destruir las instalaciones portuarias y los almacenes de combustible, ya que hacerlo eliminaría Pearl Harbor como base naval viable, obligando así a la Armada estadounidense a retroceder a las bases de la costa oeste de Estados Unidos.

Si Nagumo hubiera lanzado realmente una tercera oleada de ataque, la doctrina japonesa dictaba que los buques de guerra que habían sobrevivido a las dos primeras oleadas de ataques debían ser el objetivo, con lo que esta crítica quedaba invalidada.

En el aspecto diplomático, Japón debía declarar la guerra a Estados Unidos precisamente 30 minutos antes de que comenzara el ataque. Sin embargo, debido a las dificultades de desencriptación, la embajada japonesa no pudo entregar el mensaje hasta que el ataque ya había comenzado.

Aprovechando la situación, el presidente Roosevelt anunció a la opinión pública estadounidense que el ataque había sido furtivo, consiguiendo así que el país, hasta entonces aislacionista, participara plenamente en la guerra en busca de venganza.

El almirante Kimmel y su homólogo del ejército estadounidense, el teniente general Walter Short, se convirtieron en los chivos expiatorios, cargando con la culpa de la devastación.

Se llevaron a cabo nueve investigaciones, en las que se declaró a Kimmel y a Short culpables de incumplimiento del deber. El Senado de los Estados Unidos no limpió sus nombres hasta 1999, después de que ambos fallecieran, pero el Departamento de Defensa siguió culpando a Kimmel y a Short.

Bombardeo de Wheeler Field: aviones aliados hechos pedazos tras el bombardeo nipón de la Estación Aérea de la Marina de los EE.UU. situada en Wheeler Field, como parte del ataque sobre Pearl Harbor.
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El incidente de Niihau

Durante la planificación del ataque a Pearl Harbor, los dirigentes navales japoneses designaron la isla hawaiana de Niihau como lugar de aterrizaje de los aviones dañados que no pudieran regresar a sus portaaviones.

Se debía enviar un submarino para recoger a los pilotos derribados en esa isla. Se pensaba que la isla estaba deshabitada cuando en realidad tenía una pequeña población de 136 personas.

El 7 de diciembre de 1941, el piloto de la Armada japonesa de primera clase Shigenori Nishikaichi, del portaaviones Hiryu, que había participado en la segunda oleada del ataque a Pearl Harbor, se estrelló con su caza A6M2 Zero dañado en Niihau.

Cuando descendió, se encontraba a sólo 6 metros del residente Hawila Kaleohano, que desconocía por completo la política internacional entre Japón y Estados Unidos y el ataque a Pearl Harbor que acababa de producirse.

Cogió la pistola y los documentos de Nishikaichi, y luego le ayudó a salir del avión dañado. Nishikaichi fue agasajado con una fiesta al final de la tarde, ya que era un invitado poco común en esta remota isla.

Mientras tanto, los isleños mandaron llamar a Ishimatsu Shintani, japonés-estadounidense de primera generación, para que hiciera de traductor; Shintani estaba al tanto del ataque, y sólo intercambió unas palabras con Nishikaichi antes de marcharse. Las islas enviaron entonces a Yoshio Harada y a su esposa Irene, ambos japoneses-americanos de segunda generación.

Los Harada no estaban al tanto del ataque de antemano, y Nishikaichi compartió la noticia; los Harada decidieron no traducir esa parte a los isleños para evitar el pánico o la ira. Nishikaichi pidió a Kaleohano que le devolviera los documentos que le había quitado anteriormente, pero Kaleohano se negó.

Más tarde, en la noche del 7 de diciembre, los isleños se enteraron del ataque a través de la radio, y sólo en ese momento Harada compartió lo que Nishikaichi le había dicho antes con respecto al ataque. Los isleños decidieron que al día siguiente, cuando el propietario de la isla, Aylmer Robinson, hubiera llegado para su visita semanal, Robinson acompañaría a Nishikaichi ante las autoridades competentes.

Al día siguiente, Robinson no llegó para sorpresa de los isleños, ni tampoco lo hizo en los días siguientes; sin que ellos lo supieran, se había aplicado una prohibición de tráfico de barcos debido al estado de guerra. Nishikaichi se había quedado con los Harada durante esos días (con guardias fuera de la residencia).

A las 16:00 del 12 de diciembre, Shintani se acercó a Kaleohano en nombre de Nishikaichi con 200 dólares en efectivo, pidiendo comprar los documentos de Nishikaichi. Kaleohano rechazó la oferta.

Yoshio Harada y Nishikaichi, sin esperar el regreso de Shintani, atacaron al único guardia que se encontraba fuera de la casa mientras Irene Harada ponía música a gran volumen para tapar cualquier ruido de lucha. Recuperaron una escopeta y la pistola de Nishikaichi de un almacén, y luego encerraron al guardia en el mismo edificio del almacén.

Harada y Nishikaichi se dirigieron a la casa de Kaleohano para exigirle los papeles; no pudieron encontrar a Kaleohano, que les había visto llegar, con las armas, y decidieron esconderse en el retrete. Después de unos minutos, Harada y Nishikaichi renunciaron a buscar a Kaleohano y se dirigieron al avión derribado.

Fue entonces cuando Kaleohano decidió que era su oportunidad de huir. Al emprender la carrera, fue descubierto por Harada y Nishikaichi, que gritaron “¡Alto!” y dispararon un tiro de advertencia, y Kaleohano siguió corriendo y se escapó. Kaleohano llegó a la aldea y avisó de la situación, a la que se unió poco después el guardia que había escapado del almacén.

Las islas evacuaron la aldea. Kaleohano, que en ese momento aún tenía en su poder los documentos, se los entregó a un pariente para que los custodiara antes de emprender un viaje de diez horas en barco hasta la cercana isla de Kauai para ver a Robinson.

Mientras tanto, Nishikaichi llegó a su avión, se puso en contacto con la Armada japonesa y procedió a incendiar el avión para evitar su captura por las autoridades estadounidenses.

A las 03:00 del 13 de diciembre, Harada y Nishikaichi quemaron la casa de Kaleohano, con la esperanza de que los documentos que Nishikaichi intentaba desesperadamente recuperar estuvieran escondidos en algún lugar.

En Kauai, Robinson ya tenía indicios de problemas en Niihau cuando otros isleños intentaron hacerle señales con linternas y reflectores, pero se le negó la visita a la isla debido a la prohibición de viajar en barco.

Después del amanecer del 13 de diciembre de 1941, Harada y Nishikaichi secuestraron al isleño Beni Kanahele y a su esposa Ella. Mantuvieron a Ella Kanahele como rehén, y ordenaron a Beni Kanahele que trajera de vuelta a Kaleohano. Kanahele, que sabía que Kaleohano ya había abandonado la isla, fingió hacer una búsqueda.

Cuando regresó sin éxito, Harada dijo que Nishikaichi mataría a Ella, junto con otros del pueblo, si no se encontraba a Kaleohano. Durante esa conversación, Kanahele atacó a Harada y a Nishikaichi. Kanahele agarró la escopeta y Nishikaichi intentó recuperar su pistola de la bota, pero Ella le agarró del brazo y le frenó.

Empujando a Ella a un lado, Beni Kanahele disparó tres veces a Nishikaichi con la escopeta, luego lo levantó y lo lanzó contra una pared. Para asegurar su muerte, Ella Kanahele golpeó a Nishikaichi con una piedra, seguido de que Beni Kanahele le cortara la garganta. Al presenciar el ataque, Harada agarró la escopeta que Kanahele acababa de dejar a un lado, disparando y suicidándose.

El 13 de diciembre, el grupo de Kaleohano llegó a Kauai y trajo de vuelta a Robinson y a las autoridades militares. Irene Harada y Shintani fueron detenidos. Irene Harada fue encarcelada durante 31 meses, siendo liberada en junio de 1944. Shintani fue enviada a un campo de internamiento en el territorio continental de Estados Unidos, pero regresó a Niihau después de la guerra.

Ataque sobre un aeródromo hawaiano: nubes de denso humo negro salen de las aeronaves alcanzadas en un aeródromo militar cerca de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941.
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“Una fecha que vivirá en la infamia”

El plan de los japoneses era simple: destruir la Flota del Pacífico. De ese modo, los americanos no podrían repeler a las fuerzas armadas del ejército nipón a lo largo y ancho del sur del Océano Pacífico. El 7 de diciembre, tras meses de planificación y práctica, los japoneses se lanzan al ataque sorpresa sobre Pearl Harbor y desencadenan la intervención estadounidense directa en la Segunda Guerra Mundial.

En torno a las ocho de la mañana, los aviones japoneses estaban por todo el cielo de Pearl Harbor. La lluvia de bombas y de munición azotaba a las embarcaciones que se encontraban atracadas en el puerto. A las 8:10, una bomba gigantesca atravesó el armazón del acorazado USS Arizona y estalló en su almacén frontal de municiones. La embarcación explotó y se hundió con más de 1000 hombres atrapados a bordo. Posteriormente, los torpedos hicieron impacto en el acorazado USS Oklahoma.

Con 400 soldados a bordo, el Oklahoma perdió su equilibrio, escoró hacia uno de sus lados y se sumergió en el agua. Una vez concluido el ataque, se constató que absolutamente todos los acorazados que estaban estacionados en Pearl Harbor habían sufrido importantes daños: el USS Arizona, el USS Oklahoma, el USS California, el USS West Virginia, el USS Utah, el USS Maryland, el USS Pennsylvania, el USS Tennessee y el USS Nevada. Por fortuna para los estadounidenses, todos los acorazados pudieron ser posteriormente reparados y salvados a excepción del USS Arizona y del USS Utah.

 

¿Sabías qué…?

El único voto del Congreso que se oponía a la declaración de guerra contra Japón fue emitido por la Congresista Jeannette Rankin, de Montana. Rankin era una pacifista que también había votado en contra de la entrada de los Estados Unidos de América en la Primera Guerra Mundial. “Como mujer,” dijo, “no puedo ir a la guerra, así que me niego a enviar a nadie allí”.

Así que los japoneses no habían conseguido su objetivo de aniquilar a la Flota del Pacífico. En la década de los años 40, los acorazados ya no eran las embarcaciones estratégicas: los portaaviones habían tomado el relevo y, por desgracia para los nipones, todos estaban lejos de la base de Pearl Harbor ese fatídico 7 de diciembre (algunos se encontraban en territorio continental estadounidense y otros estaban entregando aviones a las tropas ubicadas en las islas Wake y Midway).

Además, el asalto sobre Pearl Harbor había dejado intactas las instalaciones principales: los depósitos de petróleo, los talleres de reparación, los astilleros y el muelle de submarinos. Por lo tanto, el cuerpo de marina estadounidense fue capaz de recuperarse del golpe sorpresa con una relativa rapidez.

Pearl Harbor despierta al gigante dormido

“Ayer”, decía el Presidente Roosevelt el 8 de diciembre, “los Estados Unidos de América fueron repentina y deliberadamente atacados”. Procedió, “no importa cuánto tiempo nos lleve sobreponernos a esta invasión premeditada, el pueblo estadounidense con su espíritu justo se alzará con la victoria absoluta. Creo que interpreto la voluntad del Congreso y del pueblo cuando sostengo que no sólo nos defenderemos al máximo, sino que también nos aseguraremos de que esta forma de traición no nos vuelva a poner en peligro jamás”.

Tras el ataque de Pearl Harbor y por primera vez tras años de debate, el pueblo americano estaba unido en la determinación de ir a la guerra. Los japoneses habían querido forzar a Estados Unidos a comprometerse a firmar un acuerdo por el que se levantasen las sanciones económicas contra ellos, pero lo cierto es que habían llevado a su adversario a entrar en la Segunda Guerra Mundial, cuyo resultado todos conocemos: Japón resultaría por primera vez invadido por tropas de ocupación extranjeras.


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