La Batalla de Midway

La batalla de Midway fue una confrontación naval que tuvo lugar en 1942 en el Océano Pacífico entre las fuerzas de Estados Unidos y de Japón, durante la Segunda Guerra Mundial, seis meses después del ataque japonés sobre Pearl Harbor, que había marcado el inicio de la guerra en el Pacífico. 

El resultado de la batalla fue una victoria decisiva para los norteamericanos, que pasaría a la historia como el enfrentamiento naval más importante de la Segunda Guerra Mundial, marcando un punto de inflexión en el conflicto y provocando que los japoneses perdieran 4 portaaviones y un crucero de su flota, sin contar a los casi 200 pilotos navales, en la frustrada tentativa de ocupar el atolón de Midway.

De esta manera, la capacidad de combate japonesa en el mar y en el aire quedó permanentemente mermada: el Imperio del Sol naciente perdería la iniciativa militar para lo que quedaba de Segunda Guerra Mundial.

Las fuerzas implicadas en la batalla de Midway

Estados Unidos

Para luchar contra una escuadra enemiga de la que se sabía de antemano que estaba formada por cuatro o cinco portaaviones, el almirante Chester W. Nimitz, comandante en jefe de la Marina de los Estados Unidos en la zona del Pacífico, necesitaba todas las cubiertas disponibles.

Todavía poseía los dos portaaviones de la task force del almirante William Halsey, pero éste había caído enfermo a causa de una infección y tuvo que ser sustituido por el contralmirante Raymond Spruance, un comandante de línea, inexperto en tácticas de combate aéreo.

Debido a esto, Nimitz se vio obligado a llamar urgentemente al almirante Frank Fletcher y a su flota que había participado en la batalla del Mar del Coral en el suroeste del Pacífico, que llegaron a Pearl Harbor a tiempo sólo para repostar, cargar provisiones y partir inmediatamente después hacia Midway. El USS Saratoga estaba siendo reparado en la costa oeste, mientras que el USS Yorktown permanecía fuera de servicio en Pearl Harbor con un plazo estimado de dos meses para volver al servicio.

Sin embargo, un gran esfuerzo de trabajadores civiles y marineros que trabajaban por turnos las veinticuatro horas del día consiguió que el portaaviones cruzara la barra del puerto sólo tres días después de haber entrado allí gravemente dañado, en condiciones razonables de combate y con cientos de hombres trabajando todavía en su interior y en su cubierta. Los japoneses avanzaban contra un enemigo que ya sabía exactamente dónde y cuándo iba a ser atacado y no les esperaba con dos portaaviones, sino con tres.

Japón

Por su parte, la escuadra del almirante Nagumo se dirigía a Midway con cuatro portaaviones, el Kaga, el Akagi, el Hiryu y el Soryu, mientras que los dos veteranos de Pearl Harbor, el Zuikaku y el Shokaku, permanecían en Japón en reparación tras los daños sufridos en la batalla del Mar del Coral, sin que el mando naval se esforzara por recuperar al menos uno de ellos y ponerlo en condiciones de integrar la flota de ataque de Midway, debido incluso al desgaste de su tripulación, en combate desde el ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941.

Nagumo también se dirigía a su destino completamente a ciegas sobre las fuerzas a las que se enfrentaría. Los preparativos estratégicos previos a la batalla se vieron comprometidos en varios puntos, como el retraso de los submarinos de vigilancia de la línea del Pacífico en llegar a sus puestos de observación demarcados o el no detectar el paso de la flota enemiga hacia el noreste de Midway.

También tuvo un impacto negativo importante el fracaso de la misión prevista para las lanchas de camuflaje cuatrimotor de alta velocidad enviadas para la observación a distancia en Pearl Harbor, para observar si la flota estadounidense estaba anclada allí o no, debido a los graves problemas para repostar estos barcos, porque el lugar señalado con los submarinos para repostar estaba vigilado por los estadounidenses.

La importancia de la criptografía en Midway

Después de Pearl Harbor, a la estación de la Armada Americana de Escucha en Hawai, cuyo nombre en clave era Hypo, se le asignó un papel principal en el descifrado del JN-25, el principal código operacional nipón. El enorme tamaño del teatro de operaciones del Pacífico aseguraba que no habría escasez de material sobre el que trabajar.

En el verano de 1942 se interceptaba el 60 % del tráfico japonés de información, del cual se analizaba a fondo la mitad. Al mando de Hypo estaba el teniente comandante Joseph Rochefort, un hombre con memoria fotográfica para nombres, señales y fechas.

El genio de Rochefort consistía en que podía formar una imagen coherente con una mezcla de hechos aparentemente sin relación. Los americanos llamaron a sus descifrados Ultra, el mismo nombre en clave que usaban los británicos para la información ultra secreta conseguida al descifrar los códigos de la Enigma alemana.

Ambos aliados adoptaron normas semejantes para el uso de ese material, a los comandantes de campo se les suministraba una historia tapadera para ocultar de dónde procedía la información. Los japoneses tampoco advirtieron que sus códigos habían sido descifrados. Cada revés fue atribuido a otras razones, a menudo a las historias tapadera inventadas por los aliados.

Fue el secreto más crítico de la Segunda Guerra Mundial. Los japoneses dieron el primer paso para aplastar a la flota americana del Pacífico en mayo de 1942. Estaban escocidos por la incursión sobre Japón de 16 bombarderos Mitchell bajo el mando del teniente coronel James Doolittle.

El Alto Mando japonés decidió ejecutar la propuesta de Yamamoto sobre Midway, del que hablaremos en el apartado siguiente. Pero primero siguieron con los planes de ampliar los puntos de apoyo que habían conquistado en Nueva Guinea, desembarcando tropas cerca de Port Moresby y continuaron con las incursiones aéreas en el puerto de Darwin, en el norte de Australia.

Era un recordatorio de lo cerca que habían estado los japoneses de cortar las comunicaciones de Australia con Estados Unidos. En abril de 1942, los desciframientos de Hypo iban formando una imagen de los planes nipones para montar una gran operación en la zona de Port Moresby.

Los japoneses amenazaban con atacar Port Moresby y la isla de Tulagi en las Salomón del Sur. El 27 de abril hubo un cambio en las señales de llamadas japonesas que los escuchas americanos reconocieron como un indicio cierto de que se iba a iniciar una operación, aunque no se sabía dónde con un mínimo grado de fiabilidad.

La flota del Pacífico fue alertada de los inminentes ataques japoneses a Port Moresby y Tulagi. El almirante Chester Nimitz, comandante de la Flota del Pacífico, ordenó a la fuerza operativa 11 del almirante Fitch con el portaaviones Lexington, dos cruceros pesados y seis destructores que zarparra de Pearl Harbor rumbo sur.

Tenían que reunirse con la fuerza operativa 17, mandada por el almirante Fletcher desde el portaaviones USS Yorktown en el mar del Coral, al oeste de Nuevas Hébridas. La llegada de portaaviones americanos a la zona causó un gran impacto en los japoneses, pero no fue hasta el 8 de mayo cuando ambos contendientes localizaron los portaaviones enemigos y lanzaron sus ataques.

La batalla que siguió fue la primera en la que las flotas no llegaron a alistarse, sólo vieron a los aviones enemigos. Los americanos perdieron el USS Lexington, muy dañado por los aviones japoneses, tuvo que ser hundido por torpedos americanos. Pero el Lexington no se había perdido en vano.

El portaaviones japonés Shoho fue hundido también y el avance nipón sobre Australia se detuvo. Los grupos aéreos del portaaviones americano comprobaron que estaban en condiciones de igualdad con el enemigo. Sobre todo, la batalla del Mar del Coral disipó las dudas que pudieran quedar sobre la importancia vital del espionaje de las comunicaciones y la labor de la estación Hypo.

El Yorktown, que había resultado dañado en el mar del Coral, fue reparado en Pearl Harbor en sólo dos días. El 20 de mayo zarpó para unirse a los portaaviones USS Enterprise y USS Hornet, ambos novatos en la lucha entre portaaviones, para el decisivo enfrentamiento ante la isla de Midway.

La operación de Yamamoto sobre Midway se desarrollaba según los planes. Iba unida a una operación para apoderarse de las Aleutianas occidentales. La toma de las Aleutianas aseguraría el extremo norte del perímetro defensivo de Japón. La ocupación de Midway daría a los japoneses un puesto avanzado de vigilancia y defensa en el borde occidental del archipiélago de Hawái. Yamamoto calculó que esto provocaría un enfrentamiento decisivo con la flota del Pacífico.

La férrea seguridad de la radio japonesa dejó al equipo de Rochefort en HYPO, buscando a ciegas alguna señal de las intenciones del enemigo. Había muchos desciframientos de JN-25, pero no indicaban los objetivos de Yamamoto.

Pero Rochefort tenía la corazonada de que el objetivo principal era la isla de Midway. Calculó que el ataque a la isla tendría lugar hacia el 3 de junio. Pero el comandante en jefe de la flota americana, el almirante King, no estaba de acuerdo. Él creía que los japoneses pensaban atacar la costa oeste de Estados Unidos a mediados de junio.

Rochefort ideó un esquema que probara de forma irrebatible que Hypo estaba en lo cierto. Tendió una trampa a los japoneses. Dispuso que la guarnición de Midway enviara un mensaje por radio sin codificar, comunicando que se estaban quedando sin agua potable en la isla.

Era un mensaje administrativo insustancial, Rochefort pensó que no despertaría sospechas en los japoneses. El enemigo se tragó el anzuelo. Una avanzadilla de la red HYPO en Australia interceptó un mensaje japonés que indicaba que AF, el punto en clave desconocido en el Pacífico que las fuerzas bajo el mando de Yamamoto planeaban atacar, tenía problemas de agua potable. AF era el nombre clave de Midway, confirmado por los propios japoneses sin darse cuenta.

La treta de Rocheford había revelado el objetivo japonés. Posteriores desciframientos mostraron que el ataque a AF tendría lugar el 4 de junio. Alertada la guarnición, las fuerzas operativas 16 y 17 navegaron hasta su posición al nordeste de Midway para esperar a los japoneses.

Era el golpe más sensacional de la inteligencia militar en la historia de la guerra naval. El propio almirante Nimitz había creído siempre que el objetivo nipón era Midway. También pensaba que la operación de las Aleutianas era una maniobra secundaria. Era en Midway donde iba a decidirse el futuro de la guerra en el Pacífico.

El 3 de junio, un hidroavión Katalina con base en Midway, detectó a la flota japonesa de invasión navegando hacia la isla. La corazonada de Rochefort quedaba confirmada. Un triunfo sin precedentes de la criptografía, al nivel de las hazañas de Alan Turing en el bando británico.

El plan del almirante Yamamoto

El plan japonés era atraer a los portaaviones de Estados Unidos para hundirlos todos juntos y ocupar Midway en seguida con el objetivo de ampliar el perímetro defensivo de Japón en el Pacífico, alejándolo de las islas metropolitanas japonesas. Esta operación era considerada como un preparativo para invadir las islas Fiyi y Samoa, así como para una posible invasión de Hawái.

La ocupación del atolón de Midway, al igual que había sucedido con el ataque sobre Pearl Harbor, no era parte de una campaña para conquistar Estados Unidos, sino que estaba orientada a eliminar el poder estratégico de los norteamericanos en el Océano Pacífico, dejándole a Japón las manos libres para establecer una gran esfera de influencia política y económica en el sudeste asiático. Los japoneses también esperaban que, con una nueva derrota, a Estados Unidos no le quedaría más remedio que negociar la paz en unas condiciones favorables para Japón.

La principal preocupación estratégica del almirante Isoroku Yamamoto, comandante en jefe de la flota conjunta de la Marina Imperial japonesa, eran los portaaviones norteamericanos, especialmente tras el conocido como ataque Doolittle, del 18 de abril de 1942, en el que cuatro bombarderos B-25 Mitchell que habían despegado del USS Hornet habían atacado Tokio y otras ciudades japonesas.

A pesar de que la acción militarmente fue insignificante, la osadía fue un gran choque psicológico para toda la nación japonesa, al constatarse un agujero en las defensas en torno al territorio nacional japonés. Hundir los portaaviones estadounidenses y ocupar el atolón de Midway, la única posición estratégica aliada que quedaba, ubicada a solo 2000 km de Japón, en el medio del océano Pacífico, parecía ser la única manera de eliminar esta amenaza.

El plan de batalla del almirante era complejo, tal y como era típico en los planes navales japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Además, partía de la suposición de disponer de informaciones precisas por los servicios de inteligencia de que los portaviones USS Enterprise y USS Hornet eran los únicos disponibles por aquel entonces en la flota norteamericana del Pacífico. Recordemos que el USS Lexington había sido hundido y el USS Yorktown había sufrido graves daños (y se consideraba hundido) en la Batalla del Mar del Coral, que había tenido lugar tan solo un mes antes.

Más importante todavía era la creencia japonesa de que los norteamericanos se encontraban desmoralizados y desmotivados por sus frecuentes derrotas en los seis meses previos. Yamamoto sentía que la frustración podría ser fundamental para llevar a los americanos a caer en una trampa, motivados por la revancha a cualquier precio, y que de esta manera comprometerían definitivamente su poder naval y aéreo en el océano Pacífico.

Para que eso sucediese, Yamamoto dispersaría sus fuerzas de manera que no pudiesen ser descubiertas antes de la batalla y que cayesen sobre el enemigo con sorpresa, de manera concentrada, cuando la confrontación hubiese comenzado.

Sin embargo, esta gran dispersión haría que sus unidades se viesen impedidas a la hora de protegerse mutuamente y, punto clave y desconocido por Yamamoto, cualquier beneficio que los japoneses pudiesen obtener de estos había quedado ya neutralizado por la quiebra de los códigos navales japoneses, conseguida en secreto por los expertos en criptografía de los servicios de inteligencia aliados.

El punto crítico de toda la operación en Midway era que los acorazados y los cruceros de apoyo a la fuerza especial de portaviones del vicealmirante Chuichi Nagumo, comandante del ataque, deberían seguir a la fuerza principal a centenares de kilómetros de distancia. Su misión era hundir a cualquier embarcación americana que acudiese al auxilio en Midway después de la destrucción de las defensas del atolón o que estuviese debilitada por el ataque de la aviación de Nagumo, algo que era típico de la doctrina de batalla de la mayoría de las marinas de la época.

El almirante Nagumo lanzó su ataque inicial contra Midway a las cuatro y media de la mañana del 4 de junio de 1942, con un total de 108 aeronaves. Al mismo tiempo, lanzó a seis aviones de reconocimiento para buscar a la flota enemiga, así como cazas Zero para patrullar el espacio aéreo en torno a la flota.

Las misiones de reconocimiento japonesa serán muy débiles, al disponer de pocas aeronaves que abarcaban vastas zonas de búsqueda, en la inmensidad del océano, al este y al nordeste de la fuerza especial.

A las seis y vente, los aviones de Nagumo comenzaron el bombardeo de Midway, provocando grandes daños en las instalaciones militares aliadas de la isla. Pilotando obsoletos Brewster Buffalos y F4F Wildcats, algunos pilotos de la marina allí estacionados defendieron la isla, sufriendo graves bajas.

En cambio, la artillería antiaérea aliada, estaba con puntería y logró derribar varios aviones atacantes. Los aviones de reconocimientos japoneses, enviados para evaluar el estado de las defensas del atolón de Midway después del ataque, transmitieron el mensaje al almirante avisando de que otra misión de bombardeo sería necesaria para neutralizar las defensas antes de que las tropas japonesas pudiesen desembarcar en el día siete como estaba previsto.

Los bombarderos norteamericanos estacionados en la isla de Midway que lograron levantar el vuelo antes del ataque nipón lograron hacer varios ataques contra la flota atacante. Ahora bien, al ser principalmente aviones torpederos TBF Avengers, lentos y pesados, fueron pronto prácticamente destruidos por las defensas antiaéreas de los navíos japoneses y por los veloces cazas Zero, sin causarle daños a la flota atacante. De hecho, solo tres consiguieron regresar de nuevo a su base en Midway.

Según las tácticas de batalla de la época, Nagumo conservó a la mitad de sus aviones como reserva, dos escuadrones formados por bombarderos en picado y aviones torpederos.  Nagumo tenía la opción de armar a los bombarderos con torpedos (para hundir embarcaciones) o con bombas terrestres (para ataques a instalaciones). En el primer ataque en Midway optó por equipar a los aviones con torpedos, temiendo encontrar embarcaciones estadounidenses.

Con esta decisión, hubo por consiguiente la necesidad de un segundo ataque, puesto que la pista de despegue y de aterrizaje del atolón no había sido destruida debido a la falta de bombas terrestres. Los aviones de la segunda oleada recibieron entonces instrucciones de ir todos armados con bombas para uso contra instalaciones terrestres. A los treinta minutos del inicio de este ataque, un avión de reconocimiento de largo alcance nipón, que había salido al amanecer, dio parte de la existencia  de una flota enemiga de tamaño considerable al este.

Nagumo detuvo de inmediato la operación y esperó a recibir información sobre la composición de la flota localizada. Fueron necesarios más de cuarenta minutos para que el avión de reconocimiento enviase por radio el aviso de la presencia de un portaaviones en la flota enemiga.

El almirante entonces se vio ante un dilema. Sus subordinados insistían para que Nagumo lanzase un ataque contra el portaaviones enemigo con lo que tenía todavía de reserva. Pero el problema es que las operaciones de preparación y despegue de aviones tardaban entre 30 y 45 minutos, y además los pilotos de la primera oleada que habían salido para atacar Midway estaban regresando.

Muchos de ellos estaban casi sin combustible, dañados o con la tripulación herida, y necesitaban aterrizar inmediatamente o perecerían estrellados en el mar. Los cálculos decían que había muy pocas opciones de que los aviones de reserva pudiesen todos despegar antes de la llegada de los primeros.

De esta manera, sin tener todavía confirmación de la composición de la flota norteamericana avistada, Nagumo fue cauteloso y prefirió esperar antes de decidir la clase de armamento que iba a usarse para la segunda oleada, si torpedos para atacar a la flota o si bombas para arrasar las instalaciones enemigas en tierra. Aparte, otro ataque sufrido por parte de la aviación aliada estacionada en Midway, también rechazado sin pérdidas por los japoneses, reforzó todavía más la necesidad de un segundo ataque sobre el atolón.

Preso de la indecisión y razonando estrictamente conforme a la doctrina japonesa de tácticas de batallas aeronavales, siguiendo el manual y sin osadías, el almirante terminó optando por esperar que los aviones de la primera oleada regresasen a los portaviones para lanzar entonces, con el armamento más apropiado, la segunda oleada del ataque. Esta decisión le costaría la derrota en la batalla de Midway.

En estos momentos, cuando la indecisión se apoderaba del mando japonés, el almirante Fletcher, al mando de la fuerza especial estadounidense, había lanzado desde las siete de la mañana los aviones del Yorktown contra los portaaviones enemigos.

Al contrario de Nagumo, en cuanto los enemigos fueron avistados, en el mando del Enterprise y del Hornet, el almirante Spruance dio la orden crucial para los aviones que ya habían despegado de atacar inmediatamente los objetivos señalados con todo lo que tuviesen y cómo pudiesen, sin esperar a que toda la flota aérea estuviese en el aire para un ataque conjunto y coordinado, debido al tiempo que tomaba esta organización de escuadrones en el aire.

Cada escuadrón, al levantar el vuelo, en vez de circular alrededor de la flota esperando a que toda la fuerza de ataque estuviese en el aire en formación de combate conjunto, se dirigía directamente al enemigo. Esta táctica, a pesar de mermar el volumen del impacto de los ataques contra los japoneses y de acarrearles graves pérdidas a los estadounidenses, tuvo el mérito de desorganizar la capacidad de contraataque de Nagumo y halló a los portaaviones en un momento en el que eran vulnerables.

Los primeros aviones enviados para atacar a los japoneses tuvieron dificultades para encontrarlos en la inmensidad del océano, incluso con sus coordenadas ya marcadas por las patrullas de reconocimiento. Al encontrarlos finalmente, se produjo una de los mayores actos de sacrificio en una batalla perdida que se transformaría en victoria en última instancia.

A las nueve y veinte de la mañana, la primera oleada de aviones torpederos llega a los objetivos. Eran lentos modelos TDB Devastator, que se lanzarían contra los portaaviones en fila, casi a la altura del mar. Fueron abatidos uno por uno: solo un piloto logró sobrevivir a esta primera incursión. Con aviones iguales, la segunda intentona terminó de igual manera y la flota aérea norteamericana atacante quedó casi toda destruida, mientras que la flota nipona quedó prácticamente intacta.

Parecía que la batalla de Midway estaba decidida y que a los japoneses tan solo les quedaba completar su reabastecimiento de aviones y embarcaciones para iniciar su ofensiva final contra la flota americana y contra Midway.

Mientras tanto, el terrible sacrificio de los pilotos de los aviones torpederos americanos tuvo su recompensa, porque indirectamente consiguieron tres resultados relevantes. Primero, obligaron a los portaaviones torpederos a navegar en semicírculos y a hacer maniobras para evitar los torpedos, impidiendo que se posicionaran para el lanzamiento de sus aviones.

Segundo, obligaron a los cazas Zero que les atacaban en el aire a gastar casi toda su munición y combustible tratando de derribarlos. Tercero, pusieron a la escolta aérea de los portaaviones fuera de posición para la defensa de cualquier otro ataque.

Inmediatamente después de esos ataques, aproximándose a gran altura sin ser molestados por los cazas Zero japoneses que perseguían a los aviones torpederos próximos al mar, dos escuadrones de bombarderos en picado norteamericanos, procedentes del nordeste y del sudoeste, cayeron sobre los portaaviones enemigos, que en aquellos momentos se encontraban con las cubiertas llenas de aviones reabasteciéndose y armándose para iniciar el contraataque, en condiciones de defensa sumamente vulnerables.

A las diez y veinte de la mañana, los bombarderos del Enterprise atacan al Kaga y los del Yorktown caen sobre el Soryu y el Akagi. El ataque resultaría devastador: en un tiempo total de seis minutos, tres de los cuatro portaviones de la hasta entonces intacta y vencedora flota nipona estaban en llamas, fuera de juego y hundidos en tiempo récord.

El Hiryu, el único portaviones que seguía intacto, puso rápidamente en el aire a sus aviones para contraatacar a la fuerza especial estadounidense. La primera oleada de bombarderos japoneses dañó gravemente al USS Yorktown, con varios impactos directos.

Los daños sufridos por el Yorktown hicieron que este perdiese velocidad, pero en una hora sus equipos dañados ya habían sido arreglados, tan eficazmente que la próxima oleada de pilotos nipones pensarían que estaban atacando otra embarcación, ya que pensaban que habían hundido al USS Yorktown.

Así que los pilotos japoneses supervivientes se agruparon todos en el portaviones Hiryu y anunciaron haber hundido dos portaaviones americanos, lo que aumentó la moral de cara a un tercer ataque contra lo que ellos creían era el último portaaviones enemigo.

Pero el Hiryu, repleto de aeronaves supervivientes niponas reabastecidas frenéticamente en una cubierta abarratoda el que se hundiría tras un asalto final de bombarderos en picado que transformó en un amasijo de hierro en llamas al hasta entonces único superviviente de la flota de portaaviones que habían atacado Midway.

Cuando cayó la noche, los dos bandos pensaron respectivamente qué iban a hacer a continuación. El comando operacional aliado pasó entonces al almirante Spruance. Él sabía que Estados Unidos había conseguido una gran victoria, pero seguía inseguro sobre el tipo de fuerzas que los japoneses tenían todavía y estaba determinado a preservar tanto a Midway como a sus portaviones restantes. Para ayudar a sus pilotos, que habían sido mandados al ataque durante el día al límite máximo de alcance posible, siguió moviendo a la flota en dirección a Nagumo.

Por su parte, a pesar de las grandes pérdidas sufridas, el almirante Yamamoto decidió inicialmente proseguir con sus esfuerzos para ocupar Midway y envió a sus buques de guerra a buscar a los dos portaviones norteamericanos, al mismo tiempo que destacaba a una fuerza de cruceros para bombardear Midway.

A las dos y cuarto de la madrugada del 5 al 6 de junio de 1942, un submarino estadounidense se percató de la presencia de embarcaciones niponas a 165 kim al oeste del atolón de Midway. El almirante Spruance, que aún no había logrado localizar el grueso de la flota de Yamamoto, dio por sentado que iban a agruparse y partió en su dirección. Sin embargo, era solamente la flota enviada para bombardear Midway, compuesta por cuatro cruceros y dos destructores, que poco después recibió la orden de retirarse de la zona y de juntarse en mar abierto al resto de la flota de batalla del almirante Yamamoto.

Por la mañana, el submarino lanzó un ataque de torpedos contra los cruceros, sin éxito, pero en los dos días siguientes la aviación estacionada en Midway y los portaviones hicieron varios ataques contra los cruceros, logrando hundir al Mikuma y dañando gravemente al Mogami.

Por el lado estadounidense, el USS Yorktown, a la deriva y casi abandonado por la tripulación, fue finalmente hundido por tres torpedos del submarino japonés I-168 el 7 de junio de 1942, alcanzando también al destructor USS Hammann, que ayudaba a los efectivos del Yorktown, partiéndolo al medio y matando a ochenta tripulantes. Terminaba así la caótica batalla de Midway, a favor de los estadounidenses.

Consecuencias de la batalla de Midway

La pérdida de los cuatro portaaviones enviados por los japoneses a Midway, junto con un gran número de sus pilotos navales bien entrenados e insustituibles, interrumpió la expansión de Japón por el océano Pacífico. Ya solo le quedaban tan solo dos grandes portaaviones a la Marina Imperial japonesa para acciones ofensivas, el Shokaku y el Zuikaku, aparte de otros tres portaaviones de bolsillo, de poco poder ofensivo y que apenas transportaban pequeños aviones y en pequeño número.

El 10 de junio, en una conferencia del Alto Mando para planear la continuación de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico, la Marina Imperial tapó la extensión real de sus pérdidas en la batalla de Midway. En cuanto se le informó al emperador Hirohito de lo sucedido, prefiriendo mantener el secreto ante el resto del ejército y la propia opinión pública, hizo que los responsables militares de la planificación de la guerra continuasen por algún tiempo pleaneando sus ataques bajo la premisa de que la flota aeronaval japonesa seguía siendo poderosa.

Con frecuencia, los historiadores se refieren a la batalla de Midway como un punto de inflexión fundamental en el teatro de operaciones del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. La Marina Imperial japonesa seguiría luchando con ferocidad hasta que EE. UU. logró una clara supremacía al final de la guerra. La victoria de Midway le dio a los estadounidenses la iniciativa estratégica en lo que quedaba de Segunda Guerra Mundial, le inflingió daños irreparables a la fuerza de portaviones nipones y acortó el tiempo de confrontación en el océano Pacífico.

Por otra parte, el programa de entrenamiento japonés previo a la guerra había producido unos pilotos de un nivel excepcional para la aviación naval japonesa. Estos pilotos de élite eran veteranos preparados y curtidos por los combates en el momento de la ofensiva contra el atolón de Midway.

En esta batalla, los japoneses perdieron más aviadores en un solo día que en todo un año durante los entrenamientos previos. Los planificadores militares fallaron a la hora de prever un conflicto de larga duración y por ello no tuvieron capacidad de reponer rápidamente las pérdidas en embarcaciones, marineros y pilotos desde que arrancó la épica batalla de Midway. Lo cierto es que, a mediados de 1943, la aviación naval japonesa había sido arrasada casi por completo.

Apenas dos meses después de la batalla de Midway, los estadounidenses tomaron la iniciativa con el desembarco en Guadalcanal, derrotando una vez más al enemigo y asegurando una línea de suministros aliada para Australia y las Indias Holandesas.

A partir de ese momento, la iniciativa ofensiva en el teatro de operaciones del Pacífico pasaría a estar siempre en manos americanas, hasta la capitulación de Japón en 1945, que marcaría el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La batalla de Midway en el cine

La batalla de Midway ha sido llevada al cine en varias películas. El primero y más prestigioso film fue el documental dirigido por John Ford, que estuvo temporalmente en la isla como fotógrafo y oficial de inteligencia durante la batalla. Mientras filmaba el ataque japonés a las instalaciones militares de la isla de Midway, resultó herido por la metralla de las bombas y más tarde fue condecorado por su trabajo bajo el ataque con un Corazón Púrpura. Las escenas que filmó en la isla, y luego a bordo de los barcos, se incluyeron en la película de 1942 ganadora del Oscar al mejor documental, La batalla de Midway.

La segunda versión cinematográfica más conocida de la batalla, Midway, esta una superproducción de Hollywood, llegó a las pantallas en 1976 con un reparto de estrellas y Glenn Ford en el papel de Raymond Spruance. A pesar de su éxito en la taquilla y de su representación de los acontecimientos tal y como ocurrieron realmente, fue criticada por militares e historiadores de la guerra por utilizar imágenes de archivo reales de otras batallas que ocurrieron en momentos posteriores de la guerra como si fueran de la batalla de Midway.

Y la tercera y más reciente película sobre esta batalla es Midway, estrenada en cines en 2019 y dirigida por el célebre cineasta Roland Emmerich. Facturó nada más y nada menos que 126,7 millones de dólares, por lo que fue un verdadero éxito de taquilla. Los modernos efectos especiales hacen de la cinta una gozada visual. No deberías perdértela si te llama la atención esta batalla épica de la Segunda Guerra Mundial. Midway no está actualmente en Netflix, pero probablemente aparezca en su catálogo en un futuro no muy lejano.

Preguntas frecuentes

¿Quién ganó la batalla Midway?

Estados Unidos ganó la batalla de Midway contra Japón tras el triunfo definitivo en la lucha alcanzado el día 7 de junio de 1942: la Marina estadounidense le infligió un duro golpe a la Marina japonesa, apenas 6 meses después del ataque sorpresa de Japón contra Pearl Harbor, en Hawái.

¿Cuál es la importancia de la batalla de Midway?

La batalla de Midway fue un importante punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial que puso fin a la expansión japonesa en el Pacífico. Librada entre el 4 y el 7 de junio de 1942, fue la primera gran victoria de los aliados y una aplastante derrota para los japoneses. La batalla comenzó cuando los japoneses intentaron capturar la isla de Midway, un lugar estratégico en el Pacífico. Sin embargo, los estadounidenses estaban preparados para el ataque y pudieron hundir cuatro de los portaaviones japoneses. En los años siguientes, las fuerzas americanas recuperarían gran parte del territorio que habían perdido a manos de los japoneses. La batalla de Midway fue un momento crucial en la Segunda Guerra Mundial y contribuyó a cambiar el curso de la historia.

¿Cuándo fue la batalla de Midway?

La batalla de Midway se libró del 4 al 7 de junio de 1942 y fue una de las batallas más importantes de la Segunda Guerra Mundial. La batalla tuvo lugar seis meses después del ataque sorpresa de Japón a Pearl Harbor, y marcó un punto de inflexión en la guerra del Pacífico, cuya importancia no puede ser exagerada.

¿Qué aviones se usaron en la Batalla de Midway?

En junio de 1942, tuvo lugar la Batalla de Midway en el centro del Océano Pacífico. Tanto la Marina de los Estados Unidos como la Marina Imperial Japonesa tenían portaaviones en la zona, y la batalla se libró en gran medida con aviones que despegaban de estos portaaviones. La Marina estadounidense utilizó varios tipos de aviones en la batalla, como el bombardero en picado Douglas SBD Dauntless, el caza Grumman F4F Wildcat y el caza Curtiss P-40 Warhawk. La Armada japonesa contaba principalmente con el caza Mitsubishi A6M Zero y el bombardero torpedero Nakajima B5NKate. Aunque ambos bandos sufrieron grandes pérdidas, la Armada estadounidense salió finalmente victoriosa, asestó un golpe demoledor a la flota japonesa y cambió las tornas de la guerra en el Pacífico.

¿Qué portaaviones se hundieron en Midway?

Como parte de la batalla de Midway, se hundieron cuatro portaaviones japoneses: el Akagi, el Kaga, el Soryu y el Hiryu. Se así el avance japonés y se le asestó un importante golpe a su poderío naval. Estados Unidos, por su parte, perdió un portaaviones en Midway, el USS Yorktown.

¿Cuántos japoneses murieron en la Batalla de Midway?

La Batalla de Midway fue una de las batallas más decisivas de la Segunda Guerra Mundial y se saldó con una victoria aplastante para Estados Unidos. Aunque se desconoce el número exacto de bajas niponas, se estima que más de 3.000 soldados japoneses murieron en la batalla de Midway. Además de la pérdida de vidas, la derrota en Midway supuso un duro golpe para la Armada japonesa. La pérdida de cuatro portaaviones y de varios pilotos experimentados supuso un gran revés, y permitió a Estados Unidos ganar impulso en el teatro del Pacífico. La Batalla de Midway finalmente condujo a la derrota de Japón.

¿Qué pasó después de la batalla de Midway?

Tras la decisiva victoria estadounidense en la Batalla de Midway en junio de 1942, la marea de la guerra en el Pacífico comenzó a volverse contra los japoneses. En los meses siguientes, las fuerzas estadounidenses y aliadas iniciaron un avance constante por el Pacífico, haciendo retroceder lentamente a los japoneses hacia su territorio. A principios de 1943, las tropas estadounidenses desembarcaron en la isla de Guadalcanal, controlada por los japoneses, iniciando una brutal campaña de saltos de isla que finalmente conduciría a la liberación de Filipinas y a la derrota de Japón. La Batalla de Midway fue un punto de inflexión en la Guerra del Pacífico, y su legado duradero sigue siendo evidente hoy en día.