La batalla del mar del Coral abarcó una serie de combates de fuerzas aeronavales entre los Aliados y el Imperio Japonés durante la Segunda Guerra Mundial. La batalla se libró entre los días 4 y 8 de mayo de 1942 en el noreste de Australia. Fue el primer combate naval del mundo en el que los barcos no se dispararon directamente entre ellos.
Únicamente se hizo uso de los portaaviones con fines ofensivos, ya que era desde donde salían la mayoría de aviones en misión de ataque contra la flota adversaria. También es la mayor batalla que se ha librado ante las costas de Australia.
La batalla del mar del Coral formó parte del plan japonés Operación Mo (operación Puerto Moresby o Mo Sakusen, en japonés). Estaba desarrollado para controlar el territorio de Nueva Guinea y aislar a Australia y Nueva Zelanda de su principal aliado, EE. UU.
Fue una batalla decisiva porque supuso la primera derrota importante para el Imperio de Japón de la Segunda Guerra Mundial y también porque la batalla imposibilitó la invasión de Port Moresby por parte de las fuerzas japonesas.
Antecedentes
Tras el ataque nipón a Pearl Harbor en diciembre de 1941, la expansión japonesa había sido imparable y muy rápida. Hasta el 1 de mayo de 1942, la conquista japonesa de Filipinas, Birmania, Indias Orientales y Malasia había costado sólo 23 buques de guerra, todos ellos con categorías inferiores a la de destructor y 67 barcos de abastecimiento.
Ni siquiera 350.000 toneladas habían sido hundidas, lo que infundió un enorme optimismo al alto mando de la Flota Combinada (Rengo Kantai), que veía a su armada invencible.
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Llegados a este punto, los altos mandos japoneses se preguntaron cuál debía ser el plan de ataque a seguir a partir de entonces. El Estado Mayor de la Marina, con el almirante Nagano al mando, optaba por continuar las conquistas hacia la India y Ceilán o, si no, hacia el sur rumbo a Australia.
Por su parte, el almirante Yamamoto, el jefe del Estado Mayor de la Flota nipona, quería acabar con las posibilidades de los americanos rápidamente, para hacer imposible su recuperación y evitar así que la maquinaria bélica de EE. UU. entrara en acción y superara las posibilidades industriales del Imperio Japonés.
En consecuencia, quería atacar Midway, Palmira o Jonhston. Con suerte ganarían los japoneses y esto les permitiría atacar la isla de Hawái, forzando una prematura batalla decisiva que perderían los americanos por falta de preparación, y que destruiría cualquier posibilidad de victoria estadounidense en el teatro de operaciones del Pacífico.
Por otra parte, la estrategia que querían seguir los comandantes del ejército terrestre nipón era conquistar el Asia continental y la Unión Soviética, de ahí que no querían ceder a sus hombres para continuar con la expansión por el Pacífico como demandaba el Estado Mayor Naval japonés, planes que además requerían un gran número de efectivos.
Estas tres vías expansionistas obligaron a planear un ataque que satisficiera a los tres grupos, atacar a Australia, provocar un combate intenso con EE. UU. y no requerir muchos efectivos para poder continuar con la conquista continental. Por eso decidieron atacar y aislar a Australia, debilitando así a los americanos, sin comprometer a muchos soldados y continuando la expansión hacia el sur.
El avance japonés seguiría pues por Rabaul y Truk hacia Nueva Guinea, siguiendo las Islas Salomón y hacia el sur, hasta las Nuevas Hébridas, Nueva Caledonia, Fiyi y Samoa.
Esta decisión estuvo influida por la incursión Doolittle, el primer bombardeo estratégico estadounidense sobre suelo japonés, que supuso un golpe a la moral del Imperio. Los japoneses querían evitar su repetición, aumentando el perímetro de defensa por el sur y, posteriormente, por el este. Y con el ataque a Midway esperaban conseguir este objetivo.
La operación que diseñaron se llamó Operación Mo y su responsable y máximo dirigente sería el vicealmirante Shigeyoshi Inoue. La misión era inminente y muy básica, constaba de tres pasos. Con el apoyo de la Marina y de las Fuerzas terrestres de los mares del sur, los japoneses debían invadir Tulagi, capital del protectorado australiano de las Islas Salomón, para establecer una base de hidroaviones que pudiera respaldar las operaciones de invasión posteriores.
A continuación, la segunda fase era establecer otra base de hidroaviones en el archipiélago papú de las Luisiadas para brindar otra base de apoyo a la tercera fase. La última parte de esta secuencia consistiría en invadir Port Moresby, la capital de Nueva Guinea. Y, una vez conquistada la ciudad, la base más importante del área, la invasión continuaría más abajo, hacia zonas de menor importancia estratégica, completando el área de exclusión contra Australia.
Por su parte, los americanos, sin que los japoneses lo supieran, desde principios de 1942 y hasta el asesinato del almirante Isoroku Yamamoto en abril de 1943, tenían una ventaja muy importante respecto al enemigo: conocían sus códigos navales secretos. Oficialmente, el equipo del Coronel William F. Friedman de la Oficina de Comunicaciones navales descifró las claves navales japonesas.
En marzo de 1942 podían descifrar un 15 % del código Ro o Código Naval D (llamado “JN-25B” por los americanos). A finales de abril, ya podían descifrar más del 85 % que se usaba en la mitad de comunicados entre la Armada Imperial Japonesa. También se dice que las claves del código Ro fueron descubiertas entre los restos de un bombardero japonés que había sido abatido en el puerto de Darwin durante un bombardeo y que llevaba toda la información en la aeronave.
El primer contacto con la Operación Mo fue el marzo de 1942, pero hasta abril los japoneses no dieron señales de movimiento, mes en el que los ingleses descifraron y enviaron a los americanos un mensaje de que una flota se dirigía a Truk, posiblemente para atacar Port Moresby.
El almirante Chester Nimitz, nuevo comandante de las fuerzas Aliadas del Pacífico, al tener constancia de los planes de asalto japoneses, ordenó que todas las fuerzas disponibles se reagruparan en el área de ataque que tenían planeada los japoneses. Aunque algunos de los portaaviones no estarían disponibles.
Muchos no estaban disponibles debido a los bombardeos sobre el área metropolitana de Tokio, durante la incursión Doolittle, y otros por modernizaciones, reparaciones o mantenimiento. Sin embargo, 2 portaaviones grandes sí estarían disponibles, el USS Yorktown y el USS Lexington, 1 portaaviones más del que se esperaban los confiados mandos japoneses y que les supondría una sorpresa que los costaría cara en la batalla.
El 27 de abril, la mayor parte de los objetivos de la flota japonesa había sido interceptado, dando a los estadounidenses una ventaja muy significativa.
Movimientos iniciales
El 1 de mayo se unieron bajo el mismo mando el USS Yorktown de Fletcher y el USS Lexington de Fitch, los dos portaaviones de EE. UU. Fletcher, el comandante del Yorktown, ordenó el reaprovisionamiento de combustible del Neosho y del Tippecanoe.
Fitch calculó que la operación no terminaría hasta el 4 de mayo. Fletcher decidió no esperar a que el resto de la flota estuviera bien suministrada, ya que se habían recibido informes de la flota japonesa aproximándose, y decidió dirigirse al centro del mar del Coral con un portaaviones y algunos barcos de apoyo.
El 3 de mayo, el Yorktown estaba separado por una distancia de más de 100 millas del otro portaaviones, el Lexington, en una posición en la que difícilmente podría recibir ningún otro soporte. Ese mismo día el Yorktown recibió el comunicado de que las fuerzas japonesas estaban desembarcando en Tulagi y capturando la isla de Florida, en las islas Salomón.
Fletcher decidió atacar a las fuerzas de desembarco en Tulagi en un movimiento temerario. Y los japoneses, por su parte, no esperaban ningún ataque en Tulagi y no dejaron ningún barco para cubrir las tropas de tierra.
Desarrollo
La batalla estuvo dividida en 5 días de combates, que empezaron siendo de menor intensidad, con pequeños ataques aéreos sobre barcos, pero que fueron escalando en intensidad al destruir el petrolero Neosho y el destructor Sims, pasando por el hundimiento del portaaviones ligero Shoho y culminando con la gran batalla del día 8 donde se hundió el USS Lexington y el resto de los grandes portaaviones quedaron dañados.
4 de mayo de 1942
Mientras el Yorktown se dirigía a la batalla contra las fuerzas que acababan de capturar Tulagi, el resto de la flota americana retrocedía para reagruparse. Fletcher estaba a 100 millas de Guadalcanal, una distancia donde no podía esperar ayuda alguna en caso de ataque. Mientras tanto, los portaaviones japoneses se habían reunido en Bougainville y los hombres que debían invadir Port Moresby salían de Rabaul.
Por la mañana, el 4 de mayo, salieron 40 aviones, torpederos y bombarderos para hacer el primer ataque que marcaría el inicio de la batalla del mar del Coral. Lograron hundir con éxito tres dragaminas y dañaron el destructor Kikuzuki, que se encontraban completamente desprevenidos.
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En el segundo ataque, los japoneses estaban ya bien precavidos, por lo que los americanos perdieron un torpedero, auunque abatieron dos hidroaviones y dañaron una patrullera japonesa. Por último, el tercer ataque, con 21 bombarderos a plena carga, lograron hundir 4 barcazas de desembarco.
El bombardeo de Tulagi había terminado con unos resultados no muy satisfactorios para el bando norteamericano, ya que se consumió mucha munición durante los ataques y se lograron unos resultados bastante pobres.
5 de mayo de 1942
El día 5 fue relativamente tranquilo. Fletcher, con la escuadra que bombardeó Tulagi, había huido satisfactoriamente después del ataque aéreo y estuvo todo el día abasteciéndose de combustible del petrolero Neosho, con el resto de la flota y en ruta hacia el sudeste.
Por su parte la mayor parte de la formación japonesa entraba en el mar del Coral y realizó un bombardeo con las fuerzas aéreas en Port Moresby sin ningún tipo de oposición. La escuadra del almirante Takagi se dirigía al sur hacia el mar del Coral, a donde llegaría el 6 de mayo.
6 de mayo de 1942
El 6 de mayo, ambos beligerantes se prepararon para el inminente choque de sus respectivas flotas. Se organizaron los mandos y el contraalmirante Kinkaid dirigiría al grupo de ataque con la mayoría de cruceros y destructores. Los cruceros pesados Hobart, Chicago y Australia, junto con dos destructores, serían el conjunto de soporte dirigidos por el australiano Crace. Y el grupo de operaciones aéreas con el Lexington, el Yorktown y 4 destructores de protección estaría dirigido por Fitch.
El reconocimiento aéreo de ambos combatientes fue muy deficiente debido a la nubosidad. De no haberla habido, la batalla principal hubiera podido ser en ese mismo día. Takagi, junto a los dos portaaviones principales, estaba virando hacia el sur y se acercaba cada vez más a los americanos.
Inexplicablemente, ese día no pidió un reconocimiento completo y perdió la oportunidad de interceptar a Fletcher mientras era vulnerable, ya que estaba abasteciéndose de combustible a plena luz del día.
Un avión de la base terrestre de Rabaul sí les consiguió acechar, pero el informe de su reconocimiento llegó un día tarde y los japoneses no pudieron aprovechar el delicado momento de la flota americana. Llegaron a estar a sólo 70 millas, desconociéndolo ambos.
Los americanos, por su parte, sí lograron localizar algunas unidades de la formación japonesa y desde las bases terrestres bombardearon el portaaviones Shoho, del grupo de cobertura del almirante Aritomo Goto, en el sur de Boungainville, pero no lo consiguieron tocar. Otro grupo de aliados lo consiguieron localizar de nuevo hacia el mediodía. Sin embargo, los americanos no pensaban que el grueso de los japoneses estuviera tan cerca.
A medianoche, la flota americana se encontraba a 310 millas de la Isla de Devon, en el extremo meridional de Nueva Guinea, donde los japoneses habían colocado una base de hidroaviones. También consiguieron situar la fuerza de invasión terrestre cerca del canal de Jormard, que seguía con la operación según estaba estipulado.
Los japoneses se sentían optimistas porque todo estaba yendo según lo tenían planeado y porque ese mismo día habían recibido las noticias de la conquista de Filipinas, rindiéndose las últimas tropas americanas al Corregidor.
7 de mayo de 1942
Este fue el día de la batalla principal. Takagi, siguiendo el consejo de Hara, hizo despegar aviones temprano para hacer un reconocimiento completo. A las 7:30, uno de los aparatos comunicó haber localizado un portaaviones y un crucero en el límite oriental del sector reconocido.
Hara, aceptando como buena la información, acortó distancias y ordenó un ataque general usando bombarderos y torpederos. En realidad, los buques que vieron, eran el petrolero Neosho y el destructor Sims, que recibieron toda la fuerza de la ofensiva japonesa a pesar de haberse separado de la formación al ver que la batalla sería ese mismo día.
El Sims recibió el impacto de tres bombas de 250 kilos, y dos explotaron en la sala de máquinas. Escoró y se hundió en pocos minutos, muriendo 379 hombres ahogados.
Mientras tanto, otros 20 bombarderos de ataque en picado atacaban el Neosho, que recibió el impacto de 7 bombas, hundiéndose rápidamente. La pérdida de estos barcos y hombres, sin embargo, no fue en vano, ya que confundieron a los japoneses, que no atacaron al grupo principal americano, que por su parte sí atacó allí donde correspondía hacerlo.
Más o menos al mismo tiempo que los japoneses iban a atacar al petrolero y al destructor, los americanos ordenaron al grupo de apoyo de Crace que se dirigieran al noreste para atacar a la fuerza de invasión terrestre de Port Moresby. Y el grueso de las fuerzas americanas continuaría su avance hacia el norte.
Fletcher esperaba un encuentro con la flota japonesa de Takagi. Para poder evitar el desembarco japonés, debilitó su propia fuerza de cobertura antiaérea, haciendo otro movimiento temerario. Los japoneses cometieron otro error al concentrar las fuerzas aéreas existentes en las bases terrestres para defender las fuerzas de desembarco, sin apoyar la batalla contra la flota principal.
Así, hacia el mediodía, 11 bombarderos japoneses empezaron a atacar la flota de apoyo norteamericana, aunque sin conseguir hundir ningún buque. Acabado el bombardeo de los monomotores, aparecieron 12 aviones más de la Marina japonesa que los torpedearon a corta distancia, pero que consiguieron evitar abatiendo 5 de los 12 aviones.
Más tarde, otros 19 bombarderos atacaron al grupo de Crace, esta vez desde una gran altitud (4500-6000 metros). Pero como las veces anteriores, no lograron destruir barco alguno. Por la noche, la formación de Crace recibió otro ataque, pero esta vez por parte de un conjunto de bombarderos B-26 aliados que les confundieron con el enemigo.
Todos estos ataques, sin embargo, fueron inútiles: no infligieron ninguna baja entre el grupo de apoyo estadounidense. Y, además, las fuerzas de desembarco niponas se habían retirado ya a las 9 por orden del vicealmirante Shigeyoshi Inouye. Este, al ver que el grupo de apoyo se les echaba encima, se había preocupado por la seguridad de sus hombres y ordenó el repliegue. Así que, una vez finalizado el bombardeo, Crace, al ver que la invasión se posponía, se reagrupó con la flota principal.
Mientras Takagi bombardeaba al Neosho y el Sims, el portaaviones ligero Shoho se había desplazado ligeramente para realizar una operación de reconocimiento y enviar más apoyo para la defensa del grupo de invasión a primera hora de la mañana. A las 8:30 de la mañana, el almirante Goto, que ya conocía la posición de Fletcher, comenzó todos los preparativos para un ataque. Y, un poco más tarde, descubriría también al grupo de Crace.
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Fletcher, por su parte, también había hecho despegar sus aviones de reconocimiento al amanecer del día 7. Uno de estos aviones de reconocimiento afirmó haber localizado dos portaaviones y cuatro cruceros pesados. Fletcher no dudó y se lanzó contra la supuesta flota enemiga, con su arrojo ya habitual.
Fletcher envió 93 aviones a combatir y se reservó 47 por si le atacaban desde otro flanco. Pero, cuando volvieron los aviadores del reconocimiento, se dieron cuenta de que habían cometido un error y que sólo eran dos cruceros ligeros y dos cañoneras. Fletcher, pese a saber que estaba atacando un objetivo secundario, no suspendió la acción porque creyó que acabaría provocando la adhesión de objetivos nipones más importantes en la zona para contrarrestar el ataque americano.
A las 11, los aviones de reconocimiento del USS Lexington, más avanzados que los del USS Yorktown, descubrieron un pequeño portaaviones: era el Shoho y el resto de la formación de cobertura japonesa. El Shoho estaba cerca del objetivo que Fletcher acababa de atacar y todo el grupo de aviones que habían enviado antes se le echaron encima.
El primer ataque sólo destruyó cinco aviones en la cubierta del Shoho, pero seguidamente atacaron más bombarderos de ataque en picado Douglas SBD Dauntless, torpederos del Lexington y después los bombarderos del Yorktown. En poco más de 20 minutos, el Shoho había recibido un ataque brutal de aproximadamente 100 aviones americanos. Recibió 13 impactos directos de bombas y 7 torpedos, e inevitablemente se hundió.
Al regresar los aviones que habían hundido al Shoho, Fletcher revocó todas las órdenes anteriores, ya que sabía perfectamente que los operadores de radio habían captado todas las transmisiones con los pilotos, sabiendo así la posición exacta de su portaaviones, mientras que él no sabía la posición del portaaviones japonés restante.
Fletcher, viendo las malas condiciones atmosféricas y terminado el ataque al Shoho, decide retroceder hacia el oeste, esperando al día siguiente para continuar el ataque a la flota invasora nipona.
Takagi, enrabietado por la pérdida del pequeño portaaviones, ordenó por la tarde que 27 pilotos altamente cualificados buscaran a la flota americana y que le atacaran en cuanto la tuvieran a tiro, sin esperar refuerzos. Aunque encontraron al Yorktown, no le atacaron. Irónicamente, varios pilotos lo tomaron por un portaaviones nipón e intentaron aterrizar, algunos siendo abatidos y otros logrando huir. De los 27 aviones, volviendo sanos y salvos sólo 6.
El vicealmirante Inouye había ordenado a los cruceros de Goto que se reunieran al este de la isla de Rossel para un ataque. Pero a medianoche dio nuevas instrucciones: aplazaba la invasión por dos días.
Takagi pensó en otra operación de ataque a los portaaviones estadounidenses, pero la tripulación ya cansada, la falta de protección para la flota de desembarco y ante lo poco logrado con la misión de ataque de los 27 pilotos nipones, se optó finalmente por no realizar dicho ataque.
8 de mayo de 1942
Al amanecer, rápidamente, ambas flotas se detectaron. Fitch disponía de 121 aviones, más los refuerzos que pudieran venir, y Hara disponía de 121, más los posibles refuerzos. Los japoneses tenían mayor experiencia de combate, pero los americanos tenían mejores sistemas de bombardeo.
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Fitch hizo despegar gran parte de sus aviones (24 bombarderos, 6 cazas, 9 aviones torpederos) para atacar lo más rápidamente posible, sin aún haber recibido el informe de posición de los japoneses.
El Shokaku, uno de los grandes portaaviones japoneses, fue acechado por la fuerza de ataque estadounidense, que se le lanzó encima, pero el Zuikaku, el otro portaaviones, no fue detectado y pudo escapar del ataque aliado.
Aunque atacaron de forma muy ordenada y con muy buenas maniobras, los americanos no lograron ningún impacto significativo, a excepción de dos bombas que provocaron incendios secundarios que no permitieron que el Shokaku volviera a enviar aviones a la batalla.
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Los americanos volvieron a realizar una embestida, esta vez a cargo de bombarderos de ataque en picado y aviones Devastator. Sólo los Devastator encontraron al enemigo, pero acertaron con una sola bomba y apenas provocaron otro incendio secundario.
108 japoneses habían muerto a causa de los bombardeos en la cubierta del Shokaku, y Takagi ordenó que huyera a Truk. Al verlo, los pilotos americanos pensaron que se estaba hundiendo y así se lo comunicaron a sus mandos, pero en realidad sólo era una retirada táctica. Difícil culparles de su error en una batalla tan caótica como esta.
Mientras tanto, las fuerzas japonesas atacaron al USS Lexington y el USS Yorktown, sin saber que sus homónimos americanos hacían lo propio contra su flota. Atacaron con un grupo más equilibrado, ordenado y disciplinado de 18 torpederos, 33 bombarderos y 18 cazas. Fitch no tenía muchos aviones para la defensa, y dependió únicamente de los antiaéreos y la capacidad de evasión de sus capitanes.
Los japoneses atacaron con furia, pero el Yorktown evitó ocho torpedos y un ataque de bombarderos en picado. Al final, los hábiles pilotos japoneses consiguieron echarle una bomba de 400 kg que penetró cuatro cubiertas antes de estallar y que produjo decenas de heridos, si bien dejó la pista de aterrizaje operativa.
Durante las maniobras de evasión de los estadounidenses, las unidades se distanciaron unas de otras, lo que debilitó la defensa. Así, dejaron las puertas abiertas a un ataque final por parte de los japoneses.
El USS Lexington fue atacado por ambos lados por dos torpederos japoneses que hicieron blanco. Al mismo tiempo, un grupo nipón de bombarderos en picado atacó sin piedad, impactando con sus bombas y provocando incendios en la cubierta. También hicieron que la sirena quedase activada emitiendo un ruido caótico y ensordecedor que confundió a los marinos y diezmó su moral.
Pero el Lexington, que a pesar del despiadado ataque sufrido todavía estaba en funcionamiento, sufrió una explosión de vapores de gasolina. La explosión fue causada por la pérdida de combustible, que se sumó a la avería de un grupo electrógeno que hizo que se declarara un incendio que terminó provocando una gran explosión. La situación en el portaaviones era realmente catastrófica.
El USS Lexington, creyendo que eran problemas menores, siguió recogiendo aviones, pero los problemas internos que habían causado las explosiones de los proyectiles eran más importantes de lo esperado y originaron otra explosión de gasolina aún más virulenta que la anterior, que estropeó las antenas de comunicaciones exteriores e hizo imposible el aislamiento de los incendios, que se propagaban de manera descontrolada. Por todo esto, la recuperación del control de la nave fue imposible.
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El destructor Morris y, posteriormente, otros como el Minneapolis, viendo que la situación se les escapaba de las manos, fueron a socorrer a la tripulación que empezaba a subir a cubierta, mientras algún avión, que viendo la situación desde el aire y constatando que las comunicaciones no funcionaban, se dirigía a aterrizar en el Yorktown.
Cada vez estaba más claro que el barco se hundiría y, al final, Fitch ordenó que se abandonara el portaaviones. El Minneapolis, el Morris, el Hammann y el Anderson acogieron a los tripulantes del Lexington. Acabada la evacuación, el destructor Phelps remató al Lexington con 5 torpedos para evitar su recuperación por parte del enemigo japonés.
Los pilotos japoneses estaban convencidos de que habían logrado hundir los 2 portaaviones. El vicealmirante Inouye, convencido de la exactitud del informe, ordenó la retirada del Shokaku y aplazó la invasión. Pero Yamamoto ordenó que continuara el ataque, en una orden temeraria, e Inouye envió aviadores a inspeccionar la zona. Pero los estadounidenses ya se batían en retirada y se encontraban fuera del radio de ataque de los bombarderos japoneses. La batalla del mar del Coral había terminado.
Resultados
La batalla material y tácticamente fue una victoria japonesa: hundieron barcos de mayor valor y abatieron aviones técnicamente más potentes. La pérdida del Shoho, el único barco importante que destruyeron los estadounidenses, quedaba claramente compensada por el hundimiento del portaaviones pesado Lexington, del destructor Sims y del petrolero Neosho.
Pero, estratégicamente, fue una victoria estadounidense. Habían logrado parar la continua sucesión de capturas japonesas, subiendo la moral de sus tropas, y también frenaron la invasión de Port Moresby y de otras posiciones que eran el verdadero objetivo del ataque japonés.
Posteriormente, se vería que esta batalla marcó un antes y un después al ser la primera de las batallas entre portaaviones que se vería en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Las pérdidas que sufrieron los japoneses en el mar del Coral, como se comprobaría más adelante, serían fatales en la batalla de Midway, siendo el punto de inflexión definitivo en la Segunda Guerra Mundial en el teatro de operaciones del Pacífico.