En las primeras fases de la Segunda Guerra Mundial, el Panzer IV fue considerado un tanque innovador.
A través de un proceso constante de evolución, que afectaba sobre todo al armamento principal, el Panzer IV siguió siendo un medio de combate válido hasta el final del conflicto, consiguiendo enfrentarse al M26 Pershing estadounidense o al Josif Stalin soviético, pero para entonces podía considerarse, en el mejor de los casos, un tanque medio.
Desde la primera hasta la última variante de producción, el tanque no sufrió cambios sustanciales en la parte mecánica; era un diseño bastante convencional con un casco de chapa soldada dividido en dos compartimentos, en el que el compartimento trasero albergaba el motor y el delantero estaba ocupado por el conductor y el operador de la ametralladora y la radio.
La torre albergaba al capataz, al puntero y al cargador del cañón principal. El tren de rodaje estaba compuesto por cuatro conjuntos de cuatro rodillos de pequeño diámetro cada uno, de doble vía y con suspensión de vigas de ballesta, lo que demostró ser especialmente bueno en terrenos accidentados.
El armamento principal previsto originalmente era un calibre 24 de 7,5 cm de longitud, que posteriormente fue sustituido por un 75/43 3 y finalmente por un 75/48.
Curiosamente, algunos Panzer IV sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial para ser utilizados por Siria en la guerra contra Israel en 1967.