Una carga de profundidad es un arma utilizada contra los submarinos. Tuvieron gran importancia en la Segunda Guerra Mundial. Suele consistir en un artefacto explosivo cilíndrico, combinado con un detonador construido para detonar a una determinada profundidad bajo el agua.
La onda expansiva resultante de la explosión submarina tiene como objetivo “agrietar” el submarino atacado, dañándolo hasta tal punto que se vea obligado a salir a la superficie o a hundirse.
La introducción del submarino condujo al desarrollo de armas para combatirlo. De las armas antisubmarinas (ASW), la carga de profundidad fue el primer invento. Herbert Taylor, al servicio de la Marina Real británica, es considerado el inventor de esta arma.
Las primeras cargas de profundidad eran barriles llenos de explosivos. Disponían de un reloj o medidor de profundidad que se podía ajustar con antelación. Al cabo de un tiempo, según la velocidad de hundimiento de la carga de profundidad, o a la profundidad establecida, la bomba se detonaba. La onda expansiva resultante causaba daños en el submarino, obligándolo a hundirse o a salir a la superficie.
Las cargas de profundidad son armas pasivas: una vez en el agua, no cambian de dirección ni buscan activamente la posición del submarino. Además, para que sean eficaces, deben detonarse en las inmediaciones del submarino.
Las cargas de profundidad pueden utilizarse desde buques de superficie y también desde aviones. En ambas guerras mundiales, la práctica habitual era que las cargas de profundidad se lanzaran al agua desde la parte trasera o por el costado de un barco. Para que el ataque fuera efectivo, el barco tenía que estar directamente encima del submarino en el momento de lanzar las bombas.
Para aumentar las posibilidades de éxito, se desarrollaron dispositivos de lanzamiento que colocaban las bombas más lejos del barco en el agua. En 1917, la marina británica experimentó con esto, pero con poco éxito.
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo continuó, pero hasta mediados de 1944 no se encontró una solución viable con el Erizo y el Calamar. El Calamar se utilizó hasta los años 80, después de lo cual el torpedo ASW se convirtió en el arma más importante en la lucha contra los submarinos.
En el periodo comprendido entre enero de 1943 y mayo de 1945, es decir, en plena Segunda Guerra Mundial, los buques navales británicos realizaron 5174 ataques con cargas de profundidad. Ochenta y cinco submarinos fueron destruidos, por lo que menos del 2 % de los ataques tuvieron éxito. Con el despliegue del Erizo y el Calamar esto mejoró considerablemente, con tasas de éxito del 16 % y el 25 % respectivamente.