Otra arma desesperada que los alemanes intentaron desplegar al final de la Segunda Guerra Mundial, el Bachem 349 Natter no tuvo ninguna utilidad operativa.
Despegaba verticalmente y, como un ser humano apenas habría podido soportar la aceleración inicial, el avión se controlabs automáticamente durante esta primera fase.
Al alcanzar la altitud de combate, el piloto recuperaba el control de la aeronave y disparaba una salva de 24 cohetes hacia la formación enemiga, momento en el que la aeronave se dividía en tres partes que se precipitaban suavemente al suelo, colgadas por un paracaídas.
En 1943, empezó a ser evidente que la Luftwaffe había perdido el control de los cielos del Tercer Reich, por lo que empezaron a diseñar armas capaces de contrarrestar eficazmente la superioridad aérea de los Aliados.
Los misiles tierra-aire parecían bastante interesantes, pero en aquel momento no se disponía de sistemas electrónicos que guiaran eficazmente el arma para que diera en el blanco, y seguía siendo necesaria la intervención humana.
El diseño era definitivamente radical, revolucionario en muchos sentidos. Se construyó con muchas piezas de madera, para utilizar el menor número posible de materiales estratégicos, de los que Alemania sufría un enorme déficit.
En la cabina blindada había cuatro cohetes de propulsión sólida que contribuían al empuje inicial con un total de 4.800 kg, mientras que el motor principal era un motor de combustible líquido Walter HWK-109-509A-2, similar a los utilizados a bordo del Messerschmitt 163.
El despegue debía realizarse desde una corta rampa de madera, de unos 15 metros de longitud, necesaria para que el avión alcanzara una velocidad suficiente para accionar los mandos aerodinámicos.
En este punto el avión despegaba, tras unos 12 segundos los cohetes auxiliares agotaban su empuje y continuaba con el motor principal a máxima potencia, continuando el ascenso controlado desde tierra, vía radio.
En el mejor de los casos, el avión debía alcanzar una altitud superior a la de los bombarderos enemigos, y el ataque debía realizarse en planeo, con el motor apagado, pues de lo contrario la velocidad sería demasiado alta y el piloto no tendría tiempo de apuntar.
El piloto tomaba el control sólo el tiempo suficiente para apuntar el morro del avión en la dirección correcta, soltar el carenado de plástico aerodinámico que cubría la batería de cohetes y apretar el gatillo, disparando los 33 cohetes R4M o los 24 Hs 217.
Después de lanzar sus cohetes, el Bachem tendría que continuar su planeo manteniendo una velocidad muy alta, por lo que tenía que abrir un primer paracaídas en la parte trasera que separaría el Bachem en dos partes principales: la trasera llevaría el motor principal al suelo mientras que la delantera, con otro paracaídas, protegería al piloto.
En realidad, las pruebas demostraron que la recuperación del preciado motor Walter era bastante difícil, los dos componentes del propulsor tenían, de hecho, la peligrosa tendencia a explotar, por lo que la recuperación sólo habría sido posible con los depósitos perfectamente vacíos, por lo que se renunció a recuperar el motor. Las únicas piezas que se diseñaron como “desechables” desde el principio fueron las alas de madera y parte del fuselaje.
La idea general era, en general, bastante moderna. En la segunda mitad de la Segunda Guerra Mundial, los fabricantes alemanes habían conseguido desarrollar motores a reacción y de cohetes bastante eficaces, pero aún no eran productos maduros y todavía tenían muchos fallos que subsanar. Aunque los motores más avanzados diseñados por los ingenieros de la Luftwaffe les permitían alcanzar altas velocidades, no tenían una gran respuesta del acelerador, por lo que los aviones que producían no tenían gran capacidad de aceleración y necesitaban largas pistas de aterrizaje.
La idea de un avión capaz de ascender rápidamente a objetivos potenciales sin necesidad de una pista larga y vulnerable no era mala en sí misma. Además, el Bachem no aterrizaba de la forma tradicional y, por tanto, no tenía que llevar el complicado y pesado tren de aterrizaje.
Todas las características de esta máquina seguían siendo teóricas; un primer vuelo de prueba no tripulado tuvo éxito, pero el segundo vuelo con el piloto de pruebas a bordo tuvo un resultado catastrófico, que terminó con la muerte del piloto y la destrucción completa de la aeronave.
Las investigaciones posteriores concluyeron que la causa del accidente se debió a que la capota del avión no se había cerrado correctamente, pero la guerra terminó antes de que el Ba 349 pudiera desarrollarse realmente.
Principales variantes del Bachem Ba 349
- BP20: Diseño de Erich Bachem, consistente básicamente en una cabina blindada, alas y estabilizadores de madera, motor cohete Walter (el mismo que el utilizado en el Me 163 Komet) y cuatro cohetes adicionales desmontables utilizados para el despegue.
- Ba 349A: la única versión utilizada operativamente, parece que 15 ejemplares fueron desplegados a finales de 1944
- BA 349B: en el transcurso de los lanzamientos de las B 349A, se identificaron ligeras modificaciones del diseño inicial, que se consolidaron en la serie B, de la que se produjeron unos diez ejemplares.